Europa es un continente con una rica y variada tradición textil, donde cada región tiene sus propios materiales, técnicas y diseños característicos. Los tejidos tradicionales europeos no son simplemente materias primas con las que se confeccionan prendas de vestir o decorar; son un lenguaje visual que narra la historia, las creencias y la identidad de una comunidad. Su importancia cultural radica en que son una manifestación tangible de la herencia de un pueblo.
Un ejemplo de ello son los pañuelos. Los pañuelos tradicionales europeos son un fascinante ejemplo de cómo un simple accesorio puede tener una enorme carga cultural y simbólica. Aunque su uso inicial pudo haber sido práctico (para limpiar el sudor, protegerse del polvo o del sol), a lo largo de los siglos se han convertido en un elemento clave en la indumentaria, reflejando la identidad regional, el estatus social y las tradiciones.
Emblema extremeño
El pañuelo de Cien Colores es un icono en muchas regiones, especialmente en Extremadura (España), utilizado tanto por hombres como por mujeres en trajes populares. Su nombre alude a la gran variedad de colores y estampados que lo adornan, y su uso se extendió desde el siglo XVIII. Este estampado ha servido de inspiración a Julian Sánchez y Julian Curiel para fundar 100 Colores 100, un espacio de diseño que crea objetos funcionales para el día a día basándose en los estampados de los tejidos tradicionales y entre ellos, cómo no, el del pañuelo de Cien Colores.

Bolsas para abanico, diademas, coleteros… realizados por 100 Colores 100 en telas de inspiración tradicional.
La marca surge en agosto de 2023 de forma casual, “de la mano de ‘los Julianes’, dos amantes de la costura y del folclore -comentan desde la firma-. Julian Sánchez conoció a Julian Curiel y lo dejó todo en Madrid para venirse a probar suerte en el pequeño pueblo cacereño de Serrejón”.
Amantes de las telas folk
Ni Julian Sánchez ni Julian Curiel habían participando nunca en grupos folclóricos pero siempre habían sentido una gran admiración por todos los tejidos y pañuelos tradicionales. “Nos encanta esa parte del folclore”. Y así, decidieron crear una serie de productos donde estos estampados de raíz fueran los protagonistas. “Con ellos creamos a mano complementos y prendas para el día a día y para todos los públicos”.
Una amplia gama de artículos que incluye desde corbatas hasta bolsos o kimonos. “Hemos conseguido lo que queríamos, ver por las calles a personas de distintas edades y estilos llevando una parte del folclore encima. Y claro, los extremeños que viven en otras partes de España nos compran para lucir orgullosos sus raíces. Es una forma de reivindicar su identidad”.
Sus tejidos favoritos
El lema de 100 Colores 100 es trasladar el folclore a la vida cotidiana aunque a veces, la idea no es bien aceptada por los más puristas. “Nosotros trabajamos con respeto, no troceamos ningún pañuelo original, creamos nuestros productos con tejidos estampados que son idénticos a los pañuelos, y se estampan en tejidos más prácticos para lavar y mantener”.


A 100 Colores 100 le gusta experimentar con tejidos tradicionales como mantones y guardapiés.
Cuentan que no es complicado encontrar proveedores de tejidos y, además del pañuelo de Cien Colores, utilizan otras telas relacionadas con la cultura popular como el ‘Pañuelo de Sandía’. Este pañuelo (también conocido por ‘Tomatero’), se llama así por su estampado característico que combina colores vivos como el rojo y el verde. A menudo, el diseño presenta motivos florales, que recuerdan a una sandía cortada o a una mata de tomates. Se popularizó a principios del siglo XIX. Aunque se utilizaba en varias zonas de España, se le asocia especialmente con la indumentaria tradicional de Extremadura, donde se consideraba una prenda esencial para protegerse del frío.
“Estamos siempre probando cosas nuevas”, dicen desde En 100 Colores 100 por lo que también han experimentado con mantones bordados, mantones con estampados de flores (tipo Manila), refajos y guardapiés. Este último es una pieza característica en la vestimenta extremeña que merece la pena destacar.

Los accesorios de 100 Colores 100 son muy funcionales y están pensados para combinar con prendas actuales.
El guardapiés se usa sobre el refajo. Mientras que el refajo es una falda interior y a menudo más simple, el guardapiés es la falda exterior, la que se exhibe, y por lo tanto, está ricamente decorada. Los guardapiés suelen estar hechos de paño de lana. El color más tradicional para las ocasiones festivas es el rojo, aunque también se encuentran de color azul, verde o negro y suele estar enriquecida con bordado, galones, cintas, puntillas… Aunque a ‘los julianes’ aún les queda mucho de la indumentaria extremeña con la que experimentar. “Me encantaría conseguir las Polleras de Trujillo, que son un tipo de refajo, pero por desgracia sólamente las hace una tejedora de Madroñera y creo que ya va a retirarse”.
Dinamizar lo rural y artesanal
Preservar estos tejidos tradicionales va mucho más allá de la mera conservación del material. Su continuidad es fundamental por ser un símbolo de identidad, por transmitir conocimientos ancestrales como el tejido en telar o los tintado, por preservar los dibujos (a veces simbólicos) de las culturas y por supuesto, por generar valor social y económico ya que la revitalización de las tradiciones textiles pueden recuperar las comunidades rurales.

Todos los productos de 100 Colores 100 están realizados de forma artesanal.
El tejido artesanal puede ser una fuente de ingresos que fomenta el orgullo cultural y la autonomía económica, y demuestra que la tradición y la modernidad pueden coexistir. 100 Colores 100 es un ejemplo de cómo se pueden llevar a cabo proyectos con futuro en espacios rurales. “Todo está hecho a mano por nosotros en Serrejón. Siempre luchamos por mover la economía local comprando muchas cosas en comercios pequeños de aquí. Los pueblos se mueren y tiene que haber iniciativas para evitarlo”.
Para vender sus productos inspirados en el folclore cuentan con varias opciones. “Tenemos la tienda del pueblo, en la que puedes encontrar casi de todo, y en un rinconcito de ella vendemos nuestras cosas. El taller lo tenemos al lado”. Las redes sociales son una ventana abierta al mundo. “Las redes ayudan a darte a conocer y a vender nuestros productos por toda España, pero no deja de ser un gran trabajo aparte. Hay que hacerlo, tenemos Instagram, Facebook y Tiktok”. Otro de los canales de venta son los mercadillos de artesanía. “Suelen funcionan muy bien, aparte de la promoción que haces de tu marca, suele haber bastante afluencia -finaliza Julián-. Lo que no me gusta tanto es que se mezcle cada día más la artesanía con la compra-venta”.
