Andrés Coll. Fusión sin fronteras

La música tradicional de Ibiza, o música pagesa, se caracteriza por su fuerte componente percusivo. La percusión desempeña un papel central, no sólo marcando el ritmo, sino también creando una atmósfera vibrante y terrenal. Andrés Coll está considerado uno de los músicos más relevantes de España y además de compositor y gran percusionista, es un experto en el ‘Ball Pagès’.

Su primer contacto con el folclore llegó a su vida por casualidad. “Con nueve años, mi amigo formaba parte de un grupo de baile tradicional de Ibiza y, en una tarde juntos, fuimos en coche a una ‘Festa de Pou’, una fiesta de pozo tradicional ibicenca, en la que se hace una especie de veneración y agradecimiento al agua, un elemento muy escaso en la isla. Ahí se prepara comida, se baila, hay juegos tradicionales, se canta el »Uc’’, un grito tradicional, y muchas cosas más. Es de lo más divertido del verano”.

Sentido de comunidad

Para Andrés aquella fiesta popular fue una revelación. “Cuando vi al grupo folklórico en esa celebración, supe que quería hacer eso, bailar payés y formar parte de una comunidad tan bonita. Hay dos cosas del folklore que me han marcado y los dos son los elementos más importantes del mismo: la música y los bailes. Ambos han influenciado mi música actual y toda su historia, misterio, energía…”. 

Pero también está el lado humano: “La maravillosa gente que te rodea al formar parte de un grupo folklórico. Gente muy especial, talentosa, cariñosa y divertida, donde en cada actividad que hacemos se respira un gran ambiente positivo, cosa que también ha influenciado mucho mi vida y por ende, mi música”.

A pesar de la turistificación y de la globalización, es gratificante ver como en Ibiza existe una gran predisposición hacia la música y el baile tradicional. “En los últimos años he visto un creciente interés en el folklore, tanto en ir a disfrutar de él como de aprenderlo; especialmente después de la cuarentena de 2020, cuando el mundo cambió en muchos aspectos. Como maestro de baile y castañuelas en ‘Sa Colla de Vila‘ tenemos desde niños de cinco años, hasta adolescentes y gente mayor con ganas de aprender, más que cuando yo empecé”.

Componer desde la raíz

Andrés ha echado la vista a sus raíces a la hora de crear. “Es entender cosas que han estado funcionando durante siglos y tienen un trasfondo y motivo detrás antiquísimo. Como compositor, beber de esa fuente de conocimiento es un lujo y más aún si has vivido el folklore desde niño, a la par que la música por lo tanto, entiendes ambas cosas desde su misma raíz y las puedes relacionar/fusionar con mucha más facilidad”.

Como compositor, lo más importante para Andrés es conservar en sus proyectos el espíritu de la música y el baile ibicencos. “Cuando presento elementos de la música ibicenca, siempre lo hago desde la raíz, con respeto hacia el significado de la canción original y plasmando su espíritu. Si hay elementos nuevos o de fusión, siempre busco que estén alineados y con el mismo espíritu que si lo interpretáramos de una forma tradicional, de esta forma se conserva todo lo que nos da la raíz de la forma más pura posible a la vez que puedo interpretar esa pieza desde mi propia visión artística”.

Un instrumento fascinante

Uno de los instrumentos de percusión más emblemáticos de Ibiza son las castanyoles. Realizadas en madera, son de gran tamaño y emiten un sonido potente y seco. “Las castanyoles que tenemos en Ibiza destacan no sólo por su gran tamaño sino también por su alto volumen y la forma de tocarlas. Están realizadas en madera de enebro o de cerezo, y si un par de ellas suenan ya fuerte, la manera tradicional de tocarlas es de unas diez o quince personas tocándolas a la vez, en cadencias rítmicas repetidas, mientras se baila dando saltos constantes y levantando la pierna lo más alto que puedas”. 

Lo atrayente de ellas es su poder, primitivo e hipnótico, de hacer bailar a la gente. “Al instante de empezar a tocar las castanyoles, el público y los oyentes se despiertan y activan, incluso preparándose para bailar. Es un efecto que he visto tanto en Ibiza como en cualquier otra parte del mundo a donde las he ido a tocar. Es un instrumento que gusta y despierta curiosidad”.

Nacidos para el baile

Además de las castanyoles, Andrés también es un virtuoso de la marimba. “Son instrumentos que están fabricados en madera. Yo tuve la suerte de hacer a mano mis castañuelas, junto a mi padre, hace unos doce años. Para mi es imposible tocar los dos instrumentos a la vez pero digamos que, al haberme criado con ambos, puedo comunicar y expresar con facilidad mi mensaje a través de ellos. Son instrumentos muy visuales y en los conciertos acabo saltando ya sea con la marimba o con las castañuelas, seguramente por el hecho de ser bailarín también, se me despierta el cuerpo con la música”.

El artista ibicenco Andrés Coll explora la música desde la experimentación.

Bailes tradicionales de Ibiza como ‘La Curta’ o ‘La Llarga’ se caracterizan por tener un acompañamiento musical básico y estimulante. Con sólo un tamboril, una flauta o unas castañuelas se crea una música impresionante. Estos sonidos también han influenciado en las composiciones de Andrés. “La electricidad del baile, la cadencia de las castañuelas, que es muy poderosa, y toda la estética que rodea el ‘ball pagés’ han influenciado de lleno en mi vida y por lo tanto, en mi música. Fue algo natural que ocurriera ya que al final, todos tocamos música sobre nuestra vida. Es un reflejo de la misma y sobretodo en el jazz o la música de compositor”.

Aparte de las castanyoles, Andrés ha interpretado música con otros instrumentos usuales de la isla. “En el ámbito tradicional he tocado las castanyoles, la flaüta y el tambor, el espassí (compuesto por una pequeña espada de hierro y una varilla que la golpea, produciendo un sonido metálico similar al de un triángulo),.. y además fabrico mis propias xeremias con cañas de mi casa, que he tocado en algunos conciertos. En el marco de mis proyectos musicales, de momento solo he incorporado las castañuelas y en ocasiones, el canto tradicional. Alguna vez me ha dado por bailar payés con las castañuelas al final de un concierto con alguien del público de forma espontánea. Todo llega en el momento que le toca”.

Conservar lo autóctono

En sus composiciones, el músico ha fusionado los sonidos tradicionales ibicencos con el jazz o la música electrónica, por ejemplo. Para introducir ritmos ancestrales en otros contemporáneos es necesario tener la mente abierta “y ser libre -puntualiza Andrés-, pero también hay que tener consciencia de lo que se hace. Cuanto más puro sea tu amor por el folklore y más lo sientas y entiendas desde la raíz, mejor quedará esa fusión. En mi opinión, como músico que siempre busca nuevos horizontes y llevar la música adelante, pienso que se ha de dar carta blanca a la experimentación y probar cosas nuevas, pero también hay que saber cuando algo se ha hecho bien y de una forma real y cuando no, para poder rectificar e ir por otro lado”. 

Los instrumentos tradicionales no ‘chocan’ con los contemporáneos. “Todo es válido si está bien hecho, de una forma auténtica, respetuosa, con cuanto más conocimiento de la materia mejor, y siempre siendo fiel al espíritu de la música y del baile tradicional. Me encanta ver fusiones de ese estilo en otras músicas tradicionales. Obviamente algo que esté hecho de forma superficial, desganada o poco respetuosa, por ejemplo, para ponerle el sello de tradicional por beneficio propio, no va a conectar con el oyente por el simple hecho de no ser una obra de arte bien cuidada. Si es bueno, es bueno”.

Un ejemplo que a Andrés le gusta mostrar es el de la música Gnawa, de Marruecos. “Era muy poco conocida y sólo era interpretada en pocas partes del país. A finales de la década de los 70, llegaron muchos músicos de jazz americanos y de otras partes del mundo y empezaron a investigar y fusionar con esa música tradicional. Con el tiempo y a día de hoy, hay un festival dedicado exclusivamente a la música Gnawa, que atrae a cientos de miles de turistas cada año. Los jóvenes están interesados en aprenderla y es conocida en todas partes del mundo; no solo eso, si no que se ha podido conservar toda su raíz tradicional sin ningún tipo de peligro a desaparecer”. 

Vivencias personales

Para inspirarse en sus composiciones, Andrés echa un vistazo a su interior. “Experiencias de vida en la isla, playas, aventuras, excursiones, momentos, ideas, influencias,.. Normalmente compongo en el piano, a veces, en la marimba y bastante a menudo sin instrumento, en el papel directamente”. 

Cuando se trata de adaptar y hacer arreglos de canciones tradicionales “ha sido previamente, a través de conocer las melodías por mi maestro de flaüta ibicenca, Josep Cardona ‘Serapio’ y a veces, ayudándome de su libro Sonar sa Flaüta, donde se recogen partituras de mucha música tradicional y un método para tocar la flaüta y el tambor. En ese sentido, él se encargó de hacer ese trabajo de campo para que los jóvenes pudiéramos tener acceso a ese mundo que en su día, estuvo a punto de desaparecer”.

A lo largo de su trayectoria, Andrés ha fundado diversas agrupaciones musicales como Andrés Coll Odyssey, Ibiza Sun Band o Café Dakar donde fusiona sonidos de diferentes culturas. En mayo grabó en Polonia el álbum Andrés Coll Cosmic Trio – Ride to Heaven, junto al violinista polaco Mateusz Smoczynski y el batería alicantino Ramón López. “Planeamos girar por Europa en 2026 con este proyecto y otro que compartimos los tres con Majid Bekkas, un guembrista y cantante de Marruecos con el que formamos ‘Andrés Coll Odyssey, special guest: Majid Bekkas’, donde se fusionan sonidos ibicencos con la música gnawa y el jazz de vanguardia”.