El traje de Arles (o Arlèse ) es uno de los signos de la identidad cultural de la Provenza (Francia). Este modelo se distingue por tocado muy especial: una cinta de terciopelo que se coloca sobre un moño hecho en la coronilla. La particularidad de esta cinta de terciopelo es que ha sido previamente recortada -con una cuchilla muy fina y afilada- para formar artísticas filigranas y dibujos. Esta técnica se denomina Sabrage y requiere mucha precisión, paciencia, meticulosidad y perfecto dominio de la herramienta, lo que hace de esta labor todo un arte.
Michèle Laugier trabaja esta técnica en L’ouvroir de Marie, un taller con sede en Provenza. Michèle estudió hace once años en el atelier de Yvette Faure, considerada una de las mejores artesanas de Francia, y siguió practicando para perfeccionar la técnica. “Mi madre era bordadora, y era excepcional. Dominaba a la perfección todos los trabajos de costura y confeccionaba no sólo nuestra ropa, también la de casa… ¡Era otra época! -recuerda Michèle que ha heredado de ella la imaginación y la creatividad. “Me he beneficiado mucho de sus enseñanzas. Si no hubiera sido por esos conocimientos adquiridos en la infancia no hubiera sido posible mi trayectoria actual”.
A la izquierda, las herramientas para hacer Sabrage. A la derecha, recortando una cinta de terciopelo.
La experta está convencida de que, a la hora de confeccionar trajes tradicionales, los negocios familiares son indispensables para transmitir conocimientos. “Existen grupos folclóricos que son necesarios para la adquisición de los fundamentos y la documentación, pero el conocimiento se transmite de forma natural de madre a hija, como una herencia. moral ante todo pero también material, porque las partes del traje y en particular las cintas, representan una inversión bastante importante. En realidad no se trata solo de hacer una prenda sino que también hay una infinidad de detalles, reglas e historia detrás. Llevar un traje tradicional también es un estado de ánimo”.
Para preservar el arte del Sabrage han creado una asociación que organiza cursos para aprender y desarrollarse en este arte. “Una vez adquiridos los conocimientos básicos, la práctica debe ser casi diaria para obtener un terciopelo regular e intachable. “La mayoría de los alumnos hace este aprendizaje con el fin de conocer la técnica y el placer de recortar su propia cinta”. Algo que a ella misma le sucedió. “Cortar mi primera cinta me produjo una gran emoción ya que este accesorio ocupa un lugar especial en nuestro traje tradicional”, comenta Michèle. “Después de una docena de años dedicándome a ello diría que se trata más de la satisfacción de transformar lo que al principio es solo una simple cinta de pasamanería para obtener un hermoso adorno”.
Las mujeres de Arles (Francia) utilizan estas cintas como tocado
Para el Sabrage se necesitan instrumentos una cinta con medidas adecuados. “La hoja tiene forma de bisturí y no está en el mercado -cuenta Michèle-. Nuestro afilador, antiguo herrero, nos las hace de buena gana. La cuchilla debe estar muy afilada y la punta biselada”. La forma de sujetar la cinta de terciopelo también influye. “La cinta que usamos mide 7,5 centímetros de ancho y alrededor de un metro de largo, a veces un poco más, según el diseño. A la hora de hacer los recortes hay que mantener siempre la misma inclinación”, asegura la artesana. Probablemente, cada cinta lleve unas diez horas de trabajo aunque si se tiene más práctica, se va más rápido. Para finalizar, la cinta se cepilla en una placa caliente con un cepillo de cerdas de jabalí. Normalmente los dibujos son copias de patrones antiguos, flores, frutas, pero a veces pueden ser geométricos y más raramente animales o personajes”.
El Sabrage no sólo ha sido utilizado en los trajes tradicionales, también en la moda. “De hecho, esta técnica practicada en raso duquesa (tejido del hilo en doble vuelta) fue muy popular entre las casas de Alta Costura -cometa Michèle-. No creo que haya escuelas específicas que enseñen esta técnica , pero al igual que los bordadores o los artesanos que trabajan con plumas, este saber hacer es parte de la artesanía de la Alta Costura, por lo que creo que seguramente no desaparezca”.