El traje tradicional de Madrid (España) es muy característico. Ellos o sea, los chulapos, llevan pantalón negro, camisa blanca y chaqueta o chaleco (con un imprescindible clavel rojo) y gorra en el tejido de pata de gallo. Ellas, las chulapas, llevan vestidos (también se permite en dos partes conjuntadas) que se caracteriza por mangas gigot (o de jamón), un gran volante inferior y telas estampadas de lunares.
Pues bien, la diseñadora Cristina Llanos ha revisionado los trajes de chulapos y de chulapas llevándolos a tiempos contemporáneos y ¿Qué pieza es actualmente la más representativa de las calles de las ciudades de medio mundo? El chándal. Desde que el athleisure (ese estilo de vestir que combina ropa deportiva con prendas o accesorios más de vestir creando unos estilismos cómodos, funcionales y refinados) llegó a nuestras vidas, la ropa deportiva se ha convertido en un auténtico aliado y si lo llevamos en el día a día ¿por qué no en las fiestas tradicionales?
El vestir de las clases populares
Todo comenzó en 2019. “La Juan Gallery -una galería madrileña de arte alternativo-, sacó un concurso cuyo tema era reinterpretar el traje de chulapa y entonces me dije ‘este es mi concurso’ porque a mí siempre me ha gustado mucho el folclore, los trajes tradicionales y todo lo que le rodea. Me puse a investigar y a estudiar y me di cuenta de que los chulapos y las chulapas eran de clase obrera, venían de las calles y de los barrios más humildes entonces me plantee… ¿Cómo sería una chulapa contemporánea? Viendo que actualmente en los barrios la mayoría de las personas llevan chándal, el resultado fue hacer un chándal de chulapa”.

La diseñadora Cristina Llanos de la firma Fornos y Apolo luciendo la cazadora de chulapo.
Tanta es su pasión por los trajes tradicionales y la ropa deportiva que el sueño de Cristina sería que la dieran una beca para crear el chándal del traje regional de cada región de España. “Estudiar el traje típico de cada zona y llegar a conclusiones deportivas pero cuidando mucho las artesanías. Eso sí, siempre hablando con artesanos especializados en el tema y teniendo mucho cuidado con la selección de los tejidos, que sean los originales pero luego, desestructurarlos y llevarlos al terreno deportivo. Me encantan los chándales y en las Olimpiadas me fijo mucho en los que presenta cada país”. Algunos de ellos están inspirados en sus trajes tradicionales. “Este año el de Mongolia, me encantó”.
Por lo pronto ha empezado por reinterpretar el traje típico madrileño, y a su marca la ha llamado Fornos y Apolo, un nombre tan castizo como los propios chulapos. “A finales del siglo XIX, cuando empezó todo lo de los chulapos y chulapas y la Zarzuela en el madrileño Teatro Apolo, allí era donde la gente iba a pasarlo bien entonces, ‘la cuarta de apolo’ era la última sesión y la gente que acudía a ella iba a dejarse ver. Se juntaba la gente guapa con la del mal vivir y después de la sesión se iban todos al Café Fornos para acabar la noche. Entonces era como ‘La Movida’ del siglo XIX y de ahí sale el nombre de Fornos y Apolo”.
Una colección de estos tiempos
Su colección se compone de tres piezas esenciales. Por un lado la cazadora que revisa las típicas chaquetas de pata de gallo del traje de chulapo. Cristina ha querido ser muy purista en cuanto a los estampados y en el chándal de chulapa utiliza lunares y en la chaqueta de chulapo, la eterna pata de gallo. Pero eso sí, telas cuidadosamente escogidas. “Principalmente, utilizo tejidos elásticos para que se acomoden al cuerpo y luego, busco motivos de lunares que me gusten. Me centro en el lunar y en la pata de gallo, en eso soy muy tradicional, porque me gusta partir de algo del pasado para adaptarlo al presente. La pata de gallo siempre ha sido una cosa exclusiva del traje de chulapo entonces me gusta mucho adaptarlo para chica también”.


Las telas de los chándales de Fornos y Apolo son elásticas por lo que se adaptan al cuerpo.
Los detalles de la cazadora han sido largamente pensados. “Tienen unos bolsillos interiores invisibles. Vimos que los de delante se podían deformar por el peso del móvil y demás cosas así que pensamos en poner un bolsillo invisible para que los de parche delanteros, no se deformen”. Y, por supuesto, tienen el pequeño bolsillo superior para colocar le clavel rojo.
El traje de chulapa se divide en dos piezas: la parte de arriba mantiene la silueta y las mangas gigot tradicionales pero con el corte clásico de la chaqueta de chándal. En este caso, la falda es sustituida por unos pantalones, más bien mallas, que a partir de la rodilla se abren en un generoso volante. “Principalmente, utilizo tejidos elásticos para que se acomoden al cuerpo”.
Un chándal ‘pichi’ para todos
Ojo, sus propuestas son no binarias por lo que, tanto la chaqueta como el chándal son unisex, como enfatiza Cristina, “aptas para todo el mundo”. La diseñadora también ha pensado mucho en los detalles, como la cinturilla y el cordón de algodón habitual en los pantalones de chándal. “Me interesaba que se reconociera el traje típico de chulapa pero llevado a la comunidad del chándal. El cordón en la cintura del pantalón no es necesario para abrocharlo pero he querido ponerlo para hacer un guiño al chándal de toda la vida”. Otros elementos que evocan a los elementos ‘chandaleros’ son los elásticos en los puños, en el cuello y en la cinturilla.

Todas las prendas de Fornos y Apolo son agender.
Cristina ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a desarrollar el patrón que respondiera positivamente a sus exigencias. “He ido poco a poco hasta que conseguir el patrón que quedara bien por ejemplo, me gustan mucho los pantalones de cintura alta pero en éstos, les hemos puesto ‘push up’ a través del patrón para que los glúteos suban. Entonces, es sexy. Siempre me han encantado las líneas de los trajes de chulapa que marcaban la figura femenina y es lo que he querido llevar al pantalón”. Además, los detalles están muy cuidados, como los adornos de los pantalones y el frunce de la manga gigot.
Los pequeños detalles
Lo suyo es acompañar estos chándales de chulapa con unas zapatillas deportivas aunque Cristina los ha probado con alpargatas y quedan espectaculares. En cuanto al tocado, más es mejor y la diseñadora ha optado por mezclar el pañuelo y los claveles de la chulapa con la parpusa, como así se llama la típica gorra de chulapo en pata de gallo. “Me gusta mucho cómo queda la gorra con el pañuelo, me parece muy elegante”, desde luego, es de lo más efectista.


Fornos y Apolo apuesta por combinar el pañuelo blanco de la chulapa y pa parpusa del chulapo.
Las propuestas de Fornos y Apolo están disponibles en tallas S, M y L porque al ser elásticos, se adaptan a diversas fisonomías y se hacen por encargo y mediante lista. “Realizar estos trajes es como hacer alta costura por lo que ahora trabajo con un taller que tiene que parar lo que está haciendo para coser cualquiera de estas piezas así que no compensa si sólo encargo un traje. Lo que hago es una recopilación de varias personas interesadas porque hacerlo para una persona sola, no compensa”. Aunque, si les apetece llevar uno de ellos a la verbena de este año, pueden alquilarse porque Cristina también ofrece ese servicio.