Las Islas Canarias es mucho más que sol y playa. Su cultura popular destaca por una música, una artesanía y una indumentaria únicas en Europa pero con la globalización, estas singularidades se están diluyendo en un mar de olvido aunque, como está sucediendo en otras partes del país y del mundo, están surgiendo potentes voces que no quieren ver su cultura sumergida en la vorágine universalizadora, y una de esas voces es la de Fran Baraja.
Fran Baraja es uno de los músicos más destacados del archipiélago. Con más de una decena de álbumes a sus espaldas, en sus canciones fusiona los sonidos de raíz con los contemporáneos y sus letras tratan de temas que preocupan a la sociedad actual tratados con grandes dosis de ironía.
El folclore como vía de escape
La vida de Fran ha estado ligada a la música tradicional desde que era muy pequeño. “En Canarias el folklore es algo que normalmente se aprende de familia, muchos artistas ya tienen antecedentes familiares que han conservado la música popular y tradicional, no siendo mi caso. Cuando era pequeño mi madre me regaló un Timple -instrumento típico de cuerda- y poco a poco, gracias a los consejos de la gente mayor del barrio, fui adentrándome en este mundo tan bonito”.
En vez de ‘nintendos’, su padre le regalaba instrumentos. “Él era parrandero de profesión, y obrero en sus ratos libres y estaba muy contento de tener un hijo ‘frikazo’. En mi caso, utilicé el folklore como vía de escape. Yo provengo de La Cuesta, un barrio obrero muy humilde en La Laguna (Tenerife) y gracias a la agrupación del barrio podía salir de la isla los veranos, algo muy difícil y caro hasta hace no tanto, y conocer gente con las mismas inquietudes que yo de otras islas del archipiélago, de la península e incluso, del resto de Europa”.
Pero aquello a Fran se le quedó pequeño. “Tenía ganas de más. Al principio busqué una banda y me puse a tocar en las calles del casco de mi ciudad (donde los ricos) durante una década. Ya desde el principio y de manera natural, mezclábamos los elementos más populares de nuestra música, como el Timple y las Isas, con la música en español que escuchábamos en esa época como Fito, Delincuentes o Extremoduro. Con los años hemos ido evolucionando, siempre motivados para dar a conocer nuestra música popular y tradicional sobre todo a nuestra gente, porque esto pasa en todos los pueblos y es que uno no es profeta en su tierra”.
Más allá de Los Sabandeños
Si ha habido una agrupación que ha llevado el folclore canario por todo el mundo esa ha sido Los Sabandeños pero, como dice Fran, “son admirables e icónicos, pero su tiempo ya pasó. Y se va notando. Y aunque haya gente que quiera volver ahí, no va a pasar porque el mundo, es otro”.
Para Fran lo complicado realmente no es actualizar el folclore canario tan rico y diverso en estilos. “En Canarias tenemos un gran nivel artístico por nuestra idiosincrasia, lo complicado es que la gente se lo crea. Algo similar a lo que está pasando en el norte del país con Rodrigo Cuevas o las Tanxugueiras. Aunque no está todo perdido y muchos otros proyectos están en la misma senda que el mío”.
El trabajo de Fran Baraja se ha basado tanto en explorar cancioneros antiguos como en aportar sus propias composiciones. “Hemos hecho las dos partes, actualizar los palos al rock y a la electrónica entre otros, pero las canciones canarias son finitas, y mi ‘culoinquietismo’ me dice que tengo que crear algo nuevo en base a todo lo anterior. Son etapas artísticas. De actualizar yo me cansé pero otros compañeros siguen ahí porque así les nace, pero llega un momento en que ya no hay donde rascar y si uno tiene una inquietud ¿Porqué no desarrollarla? Al repertorio tradicional y popular siempre puedes volver, pero crear algo con identidad que te diferencie es mi gran reto, que creo conseguí junto con mi equipo”.
Voces discordantes
Dar una vuelta al folclore canario supuso el recibir algunas críticas. “Al principio nos tachaban poco menos que de profanos y nos acusaban de cargarnos todo a nuestro paso. Con el tiempo eso ha cambiado. Con la globalización se han dado cuenta de que es una fórmula para acercar, no para destruir, aunque me confieso bastante iconoclasta en este sentido y eso se puede intuir en mi música”.
Existen dos puntos de vista diferentes que están condenados a entenderse y a convivir. “La opinión de una persona purista, que tiene otro trabajo que no es la música, no es equiparable a la mía que no tengo otra opción laboral más que la música canaria. He arriesgado mi tiempo y mi escaso patrimonio en pro de nuestra música; con lo cual yo con gente purista no discuto, y más cuando defienden como purismo una ‘foto temporal’ de nuestra cultura, el siglo XX”.
Hay que tener en cuenta también que la música, incluida la tradicional, no está dentro de un armario y a lo largo del tiempo ha recibido influencias de todo tipo. “Canarias se basa en el mestizaje. Por nuestra ubicación e historia, por aquí han pasado muchas culturas por lo tanto, no es lógico en que haya algunos sectores que se empeñen en que la música de su ‘época’ es la auténtica”. Más, como dice Fran, “cuando está todo transformado por la sección femenina de la dictadura franquista”, algo que también ocurrió en el tema indumentario, por cierto.
Es el clásico conflicto intergeneracional. “Respeto mucho a las personas mayores, pero yo no soy viejo, y tienen que entenderlo. Ya hubieron muchos cambios antes y lo que entendemos hoy por folclore es una acumulación de hechos históricos y sociales en las islas”. Y eso se nota en las letras de sus canciones, cargadas de denuncia social pero tratadas con humor. “La letra con comedia entra mucho mejor. Los problemas de la población canaria como la gentrificación, la contaminación de espacios naturales, la sobreexplotación de recursos y el turismo masivo comparado con los bajos sueldos, los más bajos del país, no se van a ir con canciones. Pero si que ayudan a ser identificados y a exigir soluciones que corrijan la desigualdad”.
Creando comunidad
Por otro lado, las agrupaciones folclóricas clásica son importantes a la hora de preservar los sonidos tradicionales. “Su función es la cohesión social -apunta Fran-. Se reúnen en cada pueblo y en cada barrio y los construyen gracias a la música. Es muy bonito sentirte parte de una familia musical con sus cosas buenas y sus cosas malas, como pasa en todas las familias”.
Fran insiste en que el caso de Canarias difiere bastante de otros lugares europeos. “Por su apertura al mar y las rutas entre Europa, África y América. Con las migraciones de los canarios han evolucionado, somos gente abierta por naturaleza ergo la ortodoxia va caducando. Pueden encontrar ‘Parrandas’ que son más populares con rancheras, cumbias, pasodobles… Y Agrupaciones folclóricas persé, con Mazurkas, Berlinas, Isas, Romances Gomeros o Pitos Herreños, más tradicionales y antiguas. Cada una tiene su espacio y todas conviven bastante bien, en mi opinión”.
En el fondo y en la forma
Sus álbumes reflejan sus raíces canarias. Algunos más, y otros menos. “Siempre he incluido pinceladas de nuestros sonidos en todos, quizás más en ‘Parranda Power’, un disco de versiones folclóricas tradicionales donde hicimos una mezcla preciosa para los amantes del rock. Aunque las temáticas de mis canciones y la sonoridad se puede palpar en todos mis trabajos de manera natural, nunca quisimos meterlo con calzador, simplemente fluimos y lo hicimos”.
En muchos de sus temas incluyen instrumentos típicos canarios como las chacras (de percusión, realizadas en madera y de mayor tamaño que las castañuelas) o el timple (una especie de guitarra pequeña con cuatro o cinco cuerdas) que aportan un sonido característico. “Tenemos una mezcla que llevamos practicando desde hace muchos años donde las chácaras y el timple siempre aparecen. Tú escuchas una canción nuestra y sabes que somos nosotros, tenemos una firma especial dentro de nuestro género”.
En su vestuario, Fran descontextualiza piezas del traje tradicional, como la manta esperancera. Esta prenda de lana es típica del traje de Tenerife y era utilizada por los hombres del campo. “La vestimenta es importante -dice Fran-. A diario voy con cachorro canario (el sombrero de fieltro negro). La manta esperancera que tengo es de animal print de leopardo. Fue una idea sobre ese símbolo que nadie se atrevía a ‘pervertir’. Soy bastante iconoclasta con mi cultura y me atreví. Me ha salido genial, la gente se lo toma muy bien. Esta prenda la uso en mis shows o entrevistas. Pero para ocasiones más tradicionales como bailes de taifas o romerías, uso la esperancera original que la tengo desde que me rozaba con el suelo”.
El folk conecta con los jóvenes
Si hay cada vez más grupos inspirándose en la música tradicional para Fran es una respuesta al globalismo. “No todas las mentes de los jóvenes están dispuestas a llevar la misma camisa del ‘praimark’, comer el mismo ‘bigmaaagg’, o tomar el mismo ‘frapucchino’ y están reconectando con el folclore, que es lo que nos diferencia, para bien, entre pueblos y culturas”.
Fran cree que hoy muchos jóvenes tienen un vacío existencial acrecentado por lo que ven en las pantallas de sus móviles. «Casi siempre atienden más a lo que ha sucedido en otras partes del mundo más que lo que pasó en su pueblo. El conocimiento no ocupa lugar, pero quieren tener un lugar para guardar también lo suyo y cercano, o al menos es la impresión que me da”.
Con estos jóvenes, Fran ha realizado diversos trabajos didácticos. “He dado clases durante muchos años y últimamente los millenials y centennials de 20 muchos, 30 y piqui (como yo) acuden a mí para que les enseñe ya que no conocen su música, relegada únicamente al Día de Canarias en los colegios. Yo estoy encantadísimo con ello y espero que mucha más población se una a esta corriente y podamos divertirnos con lo nuestro, hacer ocio, vida y cultura sin avergonzarnos porque el reggaeton de Puerto Rico, que lo fundamos los canarios por cierto, no es más ni menos que nuestro Tajaraste”.