Chus siempre ha estado muy ligada al folklore. Durante muchos años estuvo participando en un grupo de danza tradicional en su tierra natal Asturias (España) y bailaban y tocaban allí donde se les solicitaba. “Ahora ya no tengo mucho tiempo pero, por supuesto, me sigo vistiendo para las fiestas de mi pueblo, llevando el ramu (de origen remoto, es una ofrenda que consiste en un armazón de madera decorado con flores y cintas, muy llamativo) y sigo yendo a clases de pandereta porque es un mundo que da para mucho disfrutar”. Además de la fiesta, su relación con el folklore también es otra: la vestimenta.
El taller familiar -Chus siguió los pasos de su madre, Josefina Fernández-, se encuentra en la localidad de Cue, a dos kilómetros de Llanes. “Nos gusta mantener el contacto con el pueblo ya que del pueblo nacen los trajes. Estamos especializadas en la parte más oriental de Asturias, pero a veces también hacemos de otras zonas”. Y, como suele ocurrir en muchos creadores de indumentaria tradicional, el oficio surgió de forma natural, en el hogar. “Cuando era pequeña tenía que dejar hecha ‘la labor’ correspondiente antes de poder salir de casa con los colegas. Es algo que crecí haciendo, y eso te da otra manera de ver los trajes, los conoces, poniéndonos líricos, son parte de tí -comenta la creadora-. También debo decir que es literalmente un negocio familiar porque tenemos la tremenda suerte de contar con una familia que echa mano a todo”.
Ya sea por un lado o por otro, Chus siempre ha estado ligada al folklore. “En casa con los trajes, primero un poco a la fuerza, no te voy a mentir, y luego cogiendo el gusto, leyendo y documentando acerca de la indumentaria, buscando fotos… es un trabajo muy chulo el de investigación”.
Los aldeanos llaniscos
El traje de aldeana donde se aprecian los trabajos de bordado. El traje de porruanu.
La indumentaria tradicional es algo que está muy presente y vivo. “Es de donde venimos. Viendo cómo se vestían podemos saber en parte, cómo eran las personas de la foto… y hoy en día tenemos muchas prendas que beben de las tradicionales, aunque solo sea con el toque de una puntilla, o un corte en una chaqueta…”. Eso sí, en Trajes regionales Josefina Fernández son muy fieles a los patrones originales pero a veces, con matices. “Ya que los trajes de aldeana y porruanu (el traje masculino caracterizado por tener unos pantalones más cortos que el calzón y llevar unas aberturas al costado, a la altura de las rodillas) son unos trajes vivos, siempre buscamos la innovación respetando la esencia del traje tradicional”.
A Chus el que más le gusta trabajar es el traje de aldeana. “La combinación de colores entre falda y el mandil, diseñar el dibujo que hay que bordar y últimamente, he descubierto unos trajes en casa de una vecina y andamos dándole alguna vueltas a los flecos. Cuando ves que los resultaos gustan, te animas a hacer más cosas diferentes”. Pero ¿Cómo es el traje de aldeana llanisca en su versión más clásica? El traje se compone de varias piezas. La camisa o ‘chambra’ en hilo blanco decoradas con puntillas y pasacintas.
Mandil donde se puede apreciar la riqueza del bordado de azabache.
El faldón o ‘saya’ también de color blanco adornados con encajes y pasacintas haciendo juego con la camisa y, a diferencia de los trajes antiguos, ésta es la única lencería que llevan los trajes actualmente. Los pololos hasta la rodilla en hilo blanco; el justillo o corpiño ceñido al cuerpo ajustado en el delantero por un cordoncillo. Solitaria, dengue o ‘rebociñu’ que suele estar confeccionada en terciopelo negro con bordados en azabache y flecos de diversos tamaños; el mandil, que puede ser de forma cuadrada o redondeada, y cuya tela puede ser la misma que la del justillo. Va bordado también en azabache y su borde rematado por flecos y ‘pingos’.
Por su parte, la saya es de amplio vuelo y está fruncida a la cintura por pequeños pliegues que configuran un peculiar entramado conocido como ‘trancajilu’ y de él depende que la falda presente un aspecto airoso y elegante. Los adornos se colocan en la parte inferior y están realizados a base de pasamanería, cintas de terciopelo y bordados en azabache. La chaquetilla es corta y se suele llevar colocada en el hombro izquierdo. Para acabar, la banda, lazo o ‘sígueme pollo’ que es una gran lazada atada al mandil y cae sobre el lado derecho de la cadera. Suele ser del mismo color que el justillo, el mandil o el pañuelo de la cabeza.
Algo distintivo
Diversos trajes realizados en Trajes regionales Josefina Fernández.
A la hora de realizar un traje tradicional, Chus mantiene siempre su esencia. “A nuestro modo de ver, si no lo haces así, dejaría de ser tradicional. Puedes cambiar el color, quizás el abalorio, pero la ornamentación y los patrones deben ser originales. Mantener la raíz para estar bien sujetos. Si te vistes de aldeana o de porruanu, tienes que mantener una ortodoxia y un respeto a lo que llevas puesto: joyas, calzado y complementos acordes a la lo marcado”. Aunque, para no caer en el aburrimiento y la uniformidad, Chus se arriesga con algunas innovaciones. “Antes me costaba más porque a la hora de vestirme soy algo sosina, pero creo que ofrecemos trajes diferentes y siempre ando buscando telas originales y darle una vuelta a ‘lo de siempre’”.
Detalle de la camisa con el pasamanos. Detalles vegetales en una de las prendas.
En cuanto a vestirse con el traje asturiano son más las mujeres que los hombres quienes los lucen aunque, como apunta Chus, “cada vez los hombres son más animados e innovadores”. En lo que falla un poco es en el traje infantil. “Aquí erramos porque no somos tan fieles a la tradición y vestimos a los pequeños como si fueran mini adultos”. Hay que destacar que en Asturias, a diferencia de otras regiones de la península, la gente se viste tradicional ya sea haciéndose por encargo su propio traje o alquilándolo. “Y cada vez más -puntualiza Chus-. En la zona oriental está muy extendido porque hay mucha costumbre de vestirse para tocar el ramu el día de la fiesta de cada pueblo, pero cada vez se está extendiendo más el uso del traje del país. Se ven grupos cada vez mejor vestidos, respetando el ‘pallexu’ y hasta hay un Día del Traje que se celebra en Grau. Todo esto todo es muy bueno para conservar tradiciones”.
Y también está el lado del historybounding. “Son unas piezas tan guapas y quedan tan bien que… ¿Cómo no las vamos a poner siempre que podamos?”. Eso sí, con cuidado. “Creo que siempre que sepas que estás tratando con una pieza de gran valor y no la destroces… ¿Por qué no? Es otra manera de darle uso y visibilidad a nuestra cultura. Es algo que llevamos haciendo toda la vida. Varias veces que fuimos de boda o hubo que ponerse elegante, tiramos de alguna pieza del traje, entonces, por qué no cualquier otro día? En camisetas, vestidos, vaqueros, complementos y lo mismo hombres que mujeres. Por ejemplo, la camisa de porruanu (la camisa masculina que fácilmente podría ser unisex), a mi me tiene loca”. Pero hay más, porque es muy común utilizar técnicas clásicas de bordado en prendas actuales. “Hay muy buenos diseñadores que también beben de la indumentaria tradicional, y se ven verdaderas maravillas”.