Teresa Bonet y los colores de Ibiza

Ibiza es una isla cosmopolita, turística y multicultural pero entre tanto crisol de culturas también intenta preservar su identidad… en este caso, la indumentaria y artística. “Los ibicencos somos gente payesa, que vive de la tierra. Hubo unos años en los que los propios ibicencos empezaron desvalorizar lo autóctono. Mi abuela por ejemplo, en el momento en el que dejó el campo se deshizo de prácticamente toda su ropa de payesa. Hubo gente que incluso quemó sus ropas. No se reconocía el valor a la indumentaria y por qué entonces se daba más importancia a lo nuevo, lo que venía de fuera, de la península”. Así lo evoca Teresa Bonet, una importante ilustradora y pintora que acaba de exponer en el Centro Cultural de Jesús en Santa Eulària des Riu sus obras inspiradas en los trajes tradicionales ibicencos. 

Teresa es natural de la isla balear y su llegada al mundo del arte no fue, para nada, premeditada. “Soy maestra de profesión y, cuando terminé la diplomatura, solíamos quedar un grupo de amigas de carrera para ayudarnos en la creación de materiales para nuestras clases. Ellas siempre me preguntaban el porqué no me había decidido a pintar cuadros. Yo les decía que me daba mucho respeto y hasta miedo estropear un lienzo, que solo pintaba sobre papel pero cuando lo probé me encantó. Empecé a dar clases de pintura en 2012 en el estudio Plastika y allí sigo creando. Empecé pintando sólo para mi, me daba mucha vergüenza enseñar mis trabajos pero con el tiempo he ido ganando confianza”. 

Su interés por el mundo del folclore comenzó a edad temprana. “Mi madre nos apuntó a ball pagés, que es el nombre que recibe el baile tradicional de Ibiza. Era una actividad que realizaban en nuestro colegio una tarde a la semana. Empezamos ensayando junto a chicos y chicas de otra Colla y con el tiempo acabamos uniéndonos a ellos”. Teresa recuerda una anécdota de aquellos años. “Nos estrenamos bailando un día que el Rey emérito visitó la isla, con los vestidos que nos confeccionó nuestra madre con la ayuda de mi abuela, quién había vestido toda la vida de payesa, hasta el día que bajó a vivir a la ciudad de Ibiza. Ese día nos dijo: “Me corté la trenza y me vestí de corto. En mi casa siempre hemos preguntado a nuestros abuelos cómo era su juventud y cómo se vivía en la isla cuando eran jóvenes”.

Riqueza payesa

Hay que decir que, a pesar de ser una isla con una superficie limitada a unos 570 kilómetros cuadrados, Ibiza cuenta con una riqueza indumentaria impresionante. Su traje tradicional femenino es tan variado que podría decirse que apunta a los diversos momentos de la vida: desde los usados en las labores del día a día hasta los llevados en las festividades señaladas pasando por el de las nupcias o el de la viudedad. 

El traje de Gonella es el más antiguo. Lo forman un refajo, un jubón de lana negra con mangas de satén bordadas con plata y con cintas coloridas, el delantal dorado y bordado, un mantón y el pañuelo de encaje en la cabeza. Todo acompañado por un sombrero negro de fieltro de ala ancha. Las cintas que llevaban colgando daban una idea del número de pretendientes que tenía la moza.

El Vestido Blanco o de Novia se compone de varios refajos de colores, un jubón, el delantal, un mantón y un pañuelo en la cabeza. En él destaca la Emprendada (largos collares y dijes) de oro cubriendo el pecho y en las manos. Estos collares solían ser la dote de la novia mientras que los múltiples anillos -un total de 24 sortijas-, son el regalo del novio.

El Traje de Color es la versión moderna de los anteriores. Está confeccionado con telas de colores resultando así el traje de payesa más colorido y vistoso. Con frecuencia las mangas del jubón son postizas, de tejido damascado, generalmente verde, marrón o azul. En la cabeza llevan un pañuelo de seda amarillo o estampado generalmente con colores dorados. Aunque según la costumbre, muchas mujeres mayores iban de riguroso luto.

Para terminar, el Traje de Payesa o de Trabajo. Está confeccionado en tejidos de menor calidad. Se compone de pañuelo negro con bordados de colores, jupetí (chaleco) negro y delantal hasta los pies. El accesorio principal es un sombrero blanco de ala ancha.

Para Teresa ha sido todo un reto llevar estos trajes al lienzo. “Me plantee la exposición como un reto. Saber plasmar las expresiones de las caras y el movimiento de los tejidos junto con los detalles que tienen las telas y sus bordados… Para mi era importante reproducir la fuerza y la delicadeza de las vestimentas”. El traje que más le ha costado ha sido el de Gonella. “Es el que más me motivó por su supuesta sencillez pero fue todo un reto el representar su movimiento ya que están hechos con un tejido rígido”. Teresa ha disfrutado mucho recreando la Emprendada. “Me encantan los detalles de la joyería, dar la sensación de poder tocarlos, de que salgan del lienzo…”.

Hay dos características que destacan en su obra. Por un lado el movimiento de sus figuras (ponerse un pañuelo en la cabeza, o muchas figuras de espaldas, por ejemplo). ”Para mi es importante poder transmitir su riqueza, el valor por lo hecho a mano, por los colores y formas, por la importancia del mínimo detalle”. Y por otro, el color. “El color suele ser muy importante en todas las vestimentas. Es verdad que en la ibicenca, los colores se han reservado para los complementos y las enaguas. Con el tiempo y la evolución de los tejidos, se han introducido más colores en las faldas. Siempre se decía que los lazos con colores vivos y alegres los llevaban las chicas solteras y éstas, una vez se casaban, pasaban a usar colores más sólidos y serios”.

Como curiosidad, en su muestra predomina la figura femenina. “Es cierto y lo he tenido en cuenta. Sigo buscando imágenes masculinas que me transmitan la fuerza y a la vez la delicadeza de la vestimenta. Tal vez las imágenes masculinas que he ido encontrando me han dado sensación de rigidez. Aunque es verdad que para mí, las figura de la mujer tiene más fluidez y movimiento”.

Su técnica de trabajo se basa en la fotografía a pesar de que es una disciplina que no ha desarrollado de forma profesional. “De siempre me ha gustado pero nunca he tomado esta actividad de forma seria. La fotógrafa de la familia es mi madrina, Cata Prats. De su archivo fotográfico empecé a hacer una selección de imágenes dado que sus hijas se ligaron a la misma Colla de baile con la que empecé”. Teresa ha ido recopilando aquellas fotografías de payeses que le han parecido interesantes para luego, adaptarlas a sus cuadros. “Me interesé por el trabajo de un amigo fotógrafo, Giuseppe Concas, cuya obra se centra principalmente en payeses. Le pedí permiso para pintar algunas de sus fotografías. Suelo buscar imágenes no comunes, difíciles de representar y que transmitan movimiento y delicadeza al mismo tiempo”. Esa búsqueda es infinita porque para la artista porque… “el tema del folklore, con su vestimenta y su joyería es difícil ponerle un punto y final”.