Gudrun Hildur Rosenkjær es una experta en indumentaria tradicional islandesa. Junto a su marido, el orfebre Ásmundur, fundaron en 2011 Annríki-Þjóðbúningar og skart, donde realizan una labor divulgativa y didáctica. “Desde el principio trabajamos en todos los ámbitos de los vestidos tradicionales -comenta Gudrun Hildur-. En Annríki enseñamos sobre cómo hacerlos, tanto en Islandia como en el extranjero. Damos lecciones de diversas manualidades y organizamos exposiciones, conferencias y presentaciones para grupos diversos. Además, vendemos materiales y adornos, y confeccionamos vestidos por encargo. Por último, pero no menos importante, seguimos investigando, lo que con suerte conducirá a alguna publicación futura. El nombre Annríki se puede traducir como ‘lugar muy concurrido’, algo muy cierto en nuestro caso. Así que nuestra tarea no es sólo ganar un salario, sino que se ha convertido en nuestro estilo de vida y pasión”.
Imágenes sobre los cursos de indumentaria tradicional islandesa impartidos en Annríki.
La experta es maestra sastre y modista desde 1996. “Yo siempre había soñado con hacer mi propio Upphlutur -un vestido elegante, cómodo y más ligero que otros trajes tradicionales islandeses- porque mi madre tenía su propio Upphlutur y mis padres nos regalaron, a mi hermana y a mí, adornos de plata”.
Pero, su relación con la indumentaria tradicional la iba a llevar más allá que la simple confección de su propio traje. “Mi profesora, Vilborg, era una modista. Ella llevaba varios años dando clases en la Asociación de Artesanía de Islandia. Al año siguiente, en 1997, quiso dejarlo porque era ya muy mayor, y me invitaron a ocupar su puesto junto con otros dos sastres recién graduados. Así que allí éramos tres jóvenes universitarias sin tanta experiencia pero sí con gran entusiasmo. Se puede decir que me metieron en esta tarea y nunca ha habido una salida”.
Varios ejemplos del traje islandés Faldbúningur
Desde entonces, el equipo no ha parado de estudiar la historia del traje, aprender las diversas técnicas de ornamentación, sastrería y confección de joyas. “Amamos todo acerca de nuestro trabajo e intentamos difundir y compartir el conocimiento con todos los estudiantes que asisten a nuestros cursos que duran desde diez semanas hasta tres años”.
Ampliar conocimientos
Gudrun Hildur no podía limitarse a saber crear sólo un determinado tipo de traje por lo que necesitó ampliar conocimientos. “Empecé a estudiar los Peysuföt que aún se conservaban». El Peysuföt es un traje surgido entre el siglo XVIII y el XIX en el que las mujeres adaptaron algunas prendas masculinas para poder trabajar más cómodamente. «Hice mi propio patrón y comencé a enseñar cómo hacerlo. Todo lo que he aprendido a lo largo de los años es más o menos autoaprendizaje y en ocasiones, tuve la suerte de conocer mujeres artesanas que me ayudaron en técnicas como el encaje de bolillos o los bordados. Poco a poco me familiaricé con la confección y el trabajo artesanal riguroso del pasado y comencé a dar lecciones sobre cómo hacer Faldbúningur (uno de los trajes que se consideran ‘puros’ dentro de la gran variedad de trajes islandeses) y Skautbúningur, traje que las mujeres islandesas usaban en los siglos XVIII y XIX. Estos vestidos son muy festivos y están adornados con bordados y adornos plateados. Estos cursos han sido muy populares, a pesar de que se necesitan tres años para completarlos”.
Detalles de orfebrería en la indumentaria tradicional islandesa.
Su formación ha ido más allá y en 2008, empezó sus estudios superiores. “Comencé a estudiar Historia en la Universidad de Islandia y terminé la licenciatura en 2017. Espero terminar la maestría el próximo año. Con conocimientos combinados, he podido realizar investigaciones más precisas y especializadas que antes”.
El traje evoluciona tal y como lo hace la sociedad
En Annriki trabajan para preservar la vestimenta tradicional para el futuro, siendo siempre muy rigurosos con el periodo histórico al que pertenece la vestimenta. “A medida que pasa el tiempo y te sumerges más en este campo, te vuelves más consciente de la atmósfera y las condiciones de vida de nuestros antepasados”. Que no difiere mucho de unos países a otros. “Los agricultores guardaban su ganado y cosechaban para alimentar y vestir a los miembros de la familia. Pero es más que eso. Las tradiciones a menudo se basan en las circunstancias, el material y la técnica disponibles. Pero la moda siempre ha existido y ha provocado cambios basados en nuevos métodos y oportunidades que cambian con cada generación. Si pensamos en el significado de la ropa para los islandeses, es obvio que siempre hemos tenido que llevar ropa abrigada que nos proporcione abrigo. Esto ha cambiado con las revoluciones de la industria, que nos han brindado oportunidades increíbles en todos los aspectos de la vida”.
El corpiño pasó de ser una prenda exterior en el Upphlutur.
En muchos países existen organizaciones encargadas de que la creación y el uso del traje tradicional se haga siguiendo con unas directrices determinadas y, en Islandia, la encargada es la Autoridad del Traje Nacional, de la que Gudrun Hildur forma parte. “Cuando comencé a trabajar con el þjóðbúningur -su nombre en islandés- en 1997, ignoraba por completo nuestra magnífica historia textil y de confección. Las grandes habilidades que poseían nuestros antepasados en el trabajo manual y en el proceso de la lana me han abierto los ojos. No podemos pensar en el pasado como algo anticuado e inferior. Tenemos que estudiar e investigar el pasado para comprender la evolución entre el asentamiento y la época moderna. Si no hubiera hecho eso, no habría sabido nada de todos esos hermosos trajes conservados en el Museo Nacional. Tampoco conocería todos los documentos conservados en los Archivos Nacionales que pueden revelar el pasado”.
Es este profundo conocimiento el que la experta quiere transmitir. “La historia de la evolución de los vestidos utilizados por los islandeses a través de los siglos. Me encanta enseñar a la gente sobre el pasado pero también participo en una sociedad moderna. Cuando reconstruyo ropa de los siglos XVIII y XIX, disfruto hacerla lo más parecida posible a la original. Tengo mis métodos de enseñanza ya que el trabajo es extenso, pero me gusta ser informativa. No he tenido muchos conflictos con mis alumnos en cuanto a los métodos, ellos asisten a los cursos gracias a nuestro conocimiento. Además, los estudiantes son más jóvenes que nunca por lo que tal vez nuestro trabajo tenga influencia en toda la sociedad. No puedo especular sobre qué harán las generaciones futuras con esta tradición”.
Trayectoria del Þjóðbúningurinn
Bajo el nombre de Þjóðbúningurinn se conoce al traje tradicional islandés. “El concepto fue discutido por primera vez alrededor de 1840 por un grupo de hombres islandeses que vivían en Copenhague. Luchaban por la independencia de Dinamarca y asumieron la idea de que cada nación independiente debería enfatizar su identidad con su vestimenta. El concepto se materializó por primera vez en Islandia en 1858 y tuvo una gran influencia en la evolución de la moda. El pintor Sigurður Guðmundsson estudió arte en Copenhague y trajo nuevas ideas de moda del continente. En colaboración con mujeres jóvenes, nació un nuevo vestido basado en el antiguo Faldbúningur. El corte y la forma eran los mismos, pero había nuevos detalles, patrones y técnicas de bordado. El Faldbúningur estaba construido con muchas capas de prendas, camisa, corpiño (Upphlutur), falda y delantal, chaqueta corta, cuello y un tocado Spaðafaldur».
Delantero y espalda de un traje Peysuföt.
El nuevo traje tradicional se simplificó. “El flamante Skautbúningur se redujo a chaqueta y falda y un tocado completamente nuevo. Este vestido estaba lleno de símbolos románticos y nacionalistas y el pintor lo asignó como atuendo para todas las Damas de la Montaña islandesas. Por lo tanto, a la ‘nación’ le resultó fácil hacer el cambio en poco tiempo y el Skautbúningur se volvió muy popular entre las féminas. El Faldbúningur estaba completamente pasado de moda pero el pintor, que también fue el fundador del nuevo Museo Nacional, los recogió para museo”.
La hegemonía del Upphlutur
Acontecimientos históricos y sociales como la independencia del país y la lucha por la liberación de la mujer influyeron en la evolución del traje tradicional islandés. “Vestidos como el Peysuföt se consideraban tradicionales y apropiados. Tiene su origen en una chaqueta de punto de 1760, pero las mujeres comenzaron a coser la chaqueta en tejido de lana a principios del siglo XIX. El corpiño, que era una prenda interior que se llevaba en el Faldbúningur, se desarrolló -en un periodo de 50 años- como un vestido especial Upphlutur y se convirtió en el vestido nacional más popular en el siglo XX… Y lo sigue siendo”.
Detalles de bordados en plata.
El Upphlutur fue adoptado en todo el territorio poblado, por entonces, entre cincuenta y ochenta mil personas. “No hubo diferencias decisivas entre regiones, a pesar de que cada mujer dejó su huella en su propia vestimenta. Después de 1850, se abolió el monopolio danés y la influencia del continente se hizo más fuerte. Dado que las mujeres nacidas alrededor de 1900 usaron estos vestidos como traje de diario durante toda su vida, muchos islandeses los conocen de vista. Tienen una fuerte opinión sobre si son elegantes o no, si deben conservarse como parte de un patrimonio cultural o si simplemente, están pasados de moda. Pero en mi opinión, la saga de nuestras antepasadas, que no se encuentra en textos escritos, ni en archivos ni en libros, está escrita en el magnífico trabajo artesanal y la creación de ropa a través de los siglos”.
Por su parte, los trajes tradicionales masculinos han seguido su propio camino. “Siempre han estado más influenciados por la moda foránea. Las piezas conservadas en el Museo Nacional son, en su mayoría, del siglo XIX. No hay prendas decoradas con bordados, pero las fuentes escritas revelan que las telas podrían ser tejidas en casa o importadas, como damasco y tejidos más lujosos. Mis investigaciones muestran también que muchas prendas de vestir masculinas, como chaquetas, pantalones y chalecos, estaban tejidas artesanalmente. Las mujeres también tejían muchos patrones de colores, pero desafortunadamente no ha sobrevivido ninguna prenda de este tipo. La conclusión es que los hombres eran más conservadores en su vestimenta, tal vez mostraban su riqueza en los trajes de sus esposas”.
Un patrimonio a puntadas
El bordado islandés es una verdadera obra de arte y Gudrun Hildur es una experta en este tema. “Mi periodo de investigación son los siglos XVIII, XIX y XX. Los objetos conservados del Faldbúningur de los siglos XVIII y XIX atestiguan que el bordado sigue las tendencias de los países nórdicos y europeos y llega a Islandia con los viajeros. Son muestras perfectas de la evolución de la técnica y de los patrones que obviamente, estuvieron influenciadas por las tendencias de la moda extranjera. Los vestidos estaban ricamente decorados y las faldas con bordados de lana en punto dividido, punto de cadeneta o punto de tallo. También con encaje de bolillos de lana o importados, aplicación de terciopelo o cintas. Las chaquetas estaban decoradas con bordados dorados (de seda), encajes de bolillos de seda y metal, aplicaciones de terciopelo y adornos importados como cintas de terciopelo o metal”.
Bordados en hilos dorados.
El bordado evolucionó al mismo ritmo que lo hacían los trajes. “El Skautbúningur de 1860 también estaba ricamente decorado pero con nuevas técnicas. Los nuevos patrones para las faldas fueron cosidos con punto de raso o punto de cadeneta. Pero las mujeres también utilizaron las técnicas más antiguas con las que estaban familiarizadas”.
A medida que pasa el tiempo los cambios en la indumentaria apunta hacia la modernidad. “Los trajes diarios estaban menos decorados pero, a medida que las prendas viejas se desgastaban y pasaban de moda, se usaban como vestimenta cotidiana luciendo con las decoraciones antiguas. Después de 1900, cuando las jóvenes empezaron a utilizar el Upphlutur como traje especial, éste adquirió su propio estilo de decoración. Los colores desaparecieron y los vestidos negros se adornaron con flores bordadas plateadas o doradas en la parte delantera y cintas metálicas de encaje de bolillos en la espalda. Posteriormente, los orfebres comenzaron a realizar las flores en filigrana de plata”.
Diversidad textil
Los tejidos utilizados para confeccionar trajes islandeses en los siglos XVIII y XIX se realizaban en todos los hogares. “En las casas, las mujeres eran las encargadas de realzar las prendas con bordados, cuando tenían tiempo libre. “Según mis investigaciones, a las mujeres se les permitía utilizar un tiempo específico, durante la primavera, para ejecutar sus habilidades artísticas y decorar sus vestidos festivos con bordados. El año estaba previsto para diversas tareas domésticas, todas ellas relacionadas con la elaboración de alimentos, el proceso de la lana o la confección de telas”.
El traje masculino islandés ha estado siempre influido por modas extranjeras.
Actualmente, la mayoría de los tejidos utilizados son importados. “En el siglo XX había fábricas que producían tejidos de lana, pero las mujeres prefirieron las prendas con tejidos más finos como el satén de seda y más tarde los tejidos de poliéster y siguieron la moda en ese sentido. No hay muchos tejedores artesanales hoy en día, y los que hay fabrican telas para delantales”. Aunque en sus reconstrucciones y enseñanza de piezas antiguas, Gudrun Hildur prefiere ser lo más fiel a los tejidos de la época. “En Noruega existe una larga tradición de tejer telas para los vestidos tradicionales de los que me beneficio. Estas telas son adecuadas para los vestidos más antiguos, pero para el þjóðbúningur del siglo XX, utilizo telas de lana fina y ligera producidas en Europa. Utilizamos seda, algodón y tejidos sintéticos para camisas y delantales según la moda y la importación”.
Un tocado único
Uno de los complementos más espectaculares de la vestimenta tradicional islandesa sobre todo el traje más antiguo, el Faldbúningur, es el tocado. “Los tocados se desarrollaron a lo largo de los siglos influenciados por la moda doméstica. Al principio (¿siglo XVI-XVII?) las mujeres empezaron a ponerse una tela blanca de algodón o lino sujeta con alfileres. Luego ponían más tela (almidonada si podían), como cuatro o cinco retales para hacer el tocado más alto, y usaban los alfileres para sujetar pero también para decorar. Este era el Krókfaldur que parecía un cono. Comenzó todo blanco, pero luego las mujeres se ataron uno o dos pañuelos de algodón o seda alrededor de la cabeza. En el Faldur también podrían haber varios tipos de adornos de plata. Este Faldur había que envolverlo casi cada vez que se usaba y las mujeres se ayudaban unas a otras a montarlo”.
A la izquierda, ejemplo de tocado Spaðafaldur y, a la derecha, el tocado Krókfaldur.
Pero alrededor de 1800 el tocado había alcanzado tal altura que las mujeres necesitaron reforzarlo con otro material. “Comenzaron con papel y más tarde, con alambre y cartón. Esto evolucionó hasta convertirse en un tocado especial llamado Spaðafaldur o gorro de pala, que era una pala delgada sujeta sobre un cojín sujeto a la cabeza con un gorro de lino atado alrededor. Esto fue fácil de configurar en todo momento. También estaba decorado con alfileres y se ataba un pañuelo de algodón o seda alrededor de la cabeza. Hoy usamos esos tocados con nuestro Faldbúningur, pero hemos hecho el Krókfaldur como sombrero para que sea más fácil de poner, aunque todos los materiales son como los originales”.
Innovar sí, pero con fundamento
A la hora de conservar la vestimenta tradicional es importante ser lo más riguroso posible (patronaje, selección de tejidos, dibujos y técnicas de bordado…) con los trajes históricos pero también conviene algo de flexibilidad. “En nuestro trabajo de reconstrucción de los trajes más antiguos, de los que sólo existen prendas conservadas y fuentes escritas, intentamos ser precisos. Pero la historia también nos dice que los vestidos tradicionales siempre están influenciados por las tendencias del momento. A la gente no le gusta estar pasada de moda y los jóvenes, más rebeldes, no quieren vestir a la moda de sus padres, especialmente las mujeres. Así que aunque hablemos de vestimenta étnica o tradicional siempre hay moda también. Y quienes marcan la tendencia son las generaciones más jóvenes”.
A izquierda y derecha, las nuevas generaciones de islandeses se interesan por aprender por su indumentaria tradicional.
Aunque los trajes tradicionales ya no se usan a diario en nuestro mundo actual, donde nos vestimos más o menos de la misma manera en todas partes, existe un interés creciente por los trajes populares. “La gente todavía quiere aprender sobre esta antigua moda e incluso, rehacerla. La mayor parte del material es importado y, al confeccionar los vestidos del siglo XX, utilizamos todos los tejidos producidos actualmente incluidos, los tejidos sintéticos. Pero también nos gusta utilizar buenos materiales como lana, algodón y seda. Se puede decir que estamos preservando los vestidos históricos pero al mismo tiempo estamos creando nueva moda. Hoy en día estos vestidos sólo se usan para festividades, es nuestra elección hacerlos no necesarios”.
Incluso en Islandia existe un debate sobre cómo debe ser la indumentaria tradicional apropiada. “La mayoría de los islandeses tienen una opinión sobre si deberían existir reglas para los trajes tradicionales y el debate suele ser interesante e intenso. A los que trabajamos en este campo, a menudo se nos acusa de ser ‘policías’ formales, de no permitir ningún cambio y de intentar dominar la tradición. Pero para poder comprender la tradición hay que estudiar y aprender sobre el pasado. Comprender el estilo de vida que ya no existe y está olvidado. Nuestro trabajo consiste en gran medida en honrar la historia de nuestros antepasados y disfrutar de toda la hermosa obra que está más o menos olvidada”.