En Zamora (España) se encuentra el Museo Etnográfico de Castilla y León y sin duda, es una visita muy recomendable. Desde su apertura en 2002, este museo se ha situado como un importante referente en cuanto a sus variado y numeroso patrimonio, centrado en la tradición y los usos y costumbres de los habitantes de la región, pero también es importante por su vinculación con la investigación, la conservación y la divulgación.
Detalle de traje en el Museo Etnográfico de Castilla y León.
Aparte de abundante material gráfico y audiovisual, la institución castellana cuenta con unos fondos de más de diez mil piezas pero no vayan a pensar que están distribuidas de forma arbitraria en sus salas, no. Cada una de estas piezas es protagonista de una historia que nos enseña cómo vestían y vivían nuestros ancestros. Su exposición permanente trata de ofrecer una visión lo más amplia posible de la cultura tradicional desde la óptica del individuo.
Según José Luis Alonso Ponga, de la Universidad de Valladolid, “Los objetos cuando salen del contexto en el que fueron creados, cuando se les separa de su función, aunque sea para pasar a un museo, pierden parte de su esencia. Porque los objetos no poseen vida propia, por el contrario, su esencia más allá de la forma, radica en la acción en la que en cada momento se les hace participar. El objeto puede ser visto como herramienta, como símbolo de estatus, como regalo… Esta dinamicidad en los significados se puede y se debe aprovechar a la hora de su colocación en el museo”.
Creencias religiosas y paganas
La primera sala que visité fue la de ‘El barro: símbolo y función’. Desde tiempos prehistóricos, la humanidad ha mantenido una relación con la arcilla que pocas veces se ha dado con otra materia prima. En la sala se muestra la relación del hombre con el barro, desde la mitología y el símbolo hasta la arquitectura, pasando por la producción, los oficios vinculados a esta materia prima y el uso de este material en la vida cotidiana.
A la izquierda, gorros infantiles multicolores (siglos XIX y XX). A la derecha, los gorros se usaban para evitar el ‘mal de ojo’.
La siguiente estancia en contemplar fue la de ‘El alma y el cuerpo’. Aquí se encuentran piezas muy interesantes, como las imágenes vestideras, los relicarios, las medallas, los exvotos o los amuletos. A través de las diversas piezas se busca la correspondencia entre lo material y lo espiritual. Las creencias, los mitos religiosos, las normas que seguían las distintas sociedades, la educación de los ciudadanos, las leyes, el lenguaje y los cambios culturales.
Como piezas textiles singulares, se pueden admirar una serie de gorros infantiles de múltiples colores y hechuras. Antaño, y según las creencias, los colores llamativos de los gorros -a los que también se les añadían algunos amuletos-, distraían a las brujas protegiendo al bebé del mal de ojo.
Vestir popular
Para los amantes de la indumentaria tradicional y las diversas artesanías, llegar a la planta primera que acoge ‘La forma y el diseño’ es como entrar en un arcón lleno de tesoros textiles. Aquí se expone una extraordinaria selección de objetos decorados, su proceso de creación y su función práctica, estética y simbólica. El arte popular ofrece aquí una gran variedad de diseños -muchos datan del siglo XIX y principios del XX- que identifica a su gente tanto individual como colectivamente.
La impresionante collarada del traje de Vistas de La Alberca (Salamanca) en plata y coral.
Entre los trajes que se pueden contemplar son el traje masculino de charro (Salamanca), con su botonadura plateada. Los charros llevaban un cinturón muy ancho que en los días de diario era de cuero y en los festivos, de charol. También se puede ver la versión femenina del traje charro, con materiales ricos (seda, terciopelo) e impresionantes bordados de motivos florales y vegetales. La mujer charra lucía múltiples joyas en oro no sólo en el cuello, también en el peinado que solía ser un ‘moño de picaporte’.
Los bordados de superposición con motivos vegetales en manteos o rodaos.
Un traje infantil de Toro (Zamora) cuyos ricos bordados y mostraba el alto estatus familiar; el famoso traje de vistas de La Alberca (Salamanca) donde el traje pasa a un segundo plano gracias a los collares en plata y coral con elementos paganos y religiosos. Esta vestidura solía utilizarse en las bodas, que duraban varios días.
A la izquierda. Camisa de lino bordada con ramas y ‘pájaras’ (siglo XVIII). A la derecha, diversas faltriqueras decoradas.
Casi siempre, las prendas de antaño como manteos o rodaos, jubones o dengues, estaban realizadas en paño para soportar las frías temperaturas invernales. Las camisas eran de lino y estaban bordadas ricamente en cuellos y puños. La mayoría de los bordados tienen formas vegetales y cuantos más ricas estaban las prendas bordadas, más elevado era el nivel económico de quien las llevaba.
El hombre de paja
‘El tiempo y los ritos’ se encuentra en la planta baja y analiza la vida tradicional desde la perspectiva temporal. Aquí se expone todo lo relacionado con los ritos, las medidas del tiempo, el tiempo meteorológico, las fiestas…
La planta sótano es la más diáfana y su gran tamaño permite admirar poderosas piezas. En ‘el espacio y el entorno’ se analiza la relación del hombre con la naturaleza y el entorno. En esta sala se estudia la vida cotidiana, el trabajo, la producción, los oficios y el hábitat. Destacan las palas de panadero, dispuestas como si fueran flores; las horcas de madera, los tiros de bueyes o los grandes carros.
Detalle de una capa impermeable (aquarina) realizada en paja. Data de la primera mitad del siglo XX.
Pero también subrayo una pieza que me parece muy singular: la prenda impermeable realizada e paja (que también está presente en otras culturas de la península, como la gallega, donde recibe el nombre de ‘Coroza’. El uso de esta prenda, cien por cien vegetal y artesanal, no es exclusiva de los pastores del campo. Su utilización ha estado también presente en ritos de carácter pagano, como las llamadas “mascaradas de invierno” y como se puede apreciar en el Tafarrón, uno de los personajes más populares de los festejos de Pozuelo de Tábara (Zamora). Una fiesta popular que se celebra cada 26 de diciembre.
El Tafarrón viste traje de juncos machacados y unidos a mano. Atados a su cintura cuelgan ocho cencerros. Lleva también una máscara casi siempre colgada a la espalda. La careta, está rematada por dos cuernos de cabra y orejas de liebre. En la mano derecha el Tafarrón lleva un palo del que pende una pelota con la que golpea a la gente y en la izquierda, un cazo rematado en un gancho, con la doble misión de recaudar monedas y colgar los embutidos que antes le ofrecían en su visita a las casas.
Museo Etnográfico de Castilla y León. Calle Sacramento, 3. Zamora. España.