Asturias en los trajes de María Ortiz

Las comunidades autónomas del norte de España viven su indumentaria tradicional de una manera especial. Recuperan herencias familiares, se visten en todos los festejos posibles e invierten en hacerse un traje nuevo… En definitiva, viven su raíz con orgullo y sentido de comunidad. “Creo que la indumentaria tradicional se está poniendo en valor o, por lo menos, tiene una mayor visualización, contando la historia y la cultura que ello representa”. María Ortiz es una magnífica costurera y experta en los trajes de Asturias y se centra, de manera especial, en los de la zona oriental del Principado

Su trayectoria comienza de forma natural, como la de otros muchos otros amantes de los trajes tradicionales. “Desde pequeña empecé a intentar hacer trajes para las muñecas y esa afición fue creciendo a la par que cumplía años. Cuando cumplí los 15, motivada por las tradiciones familiares y de mi pueblo en el concejo de Llanes, como es el vestirse con el traje tradicional el día de fiesta, confeccioné mi primer traje. Cinco años después, comencé mi primer traje de aldeana. Esto lo menciono como un paso importante debido a la laboriosidad y trabajo de constancia que llevan el traje tradicional llanisco, además del impulso que supuso para una mayor visualización de mi trabajo. Creo que debido al entorno en el que crecí, rodeada de tradiciones y costumbres populares en las que el uso del traje tradicional está presente y muy arraigado, me especialicé o centré en la indumentaria tradicional”.

Vámonos de folixa

A María le encantan las telas, los materiales, los bordados…todo aquello que conforman los trajes pero lo que más le atrae de ellos es el significado que tienen. “Los trajes representan para mí la alegría del día de fiesta, los reencuentros después de meses, la motivación y la unión de personas con gustos, pensamientos y formas de ser distintas, que se juntan para celebrar su día, sus costumbres que los llevan a buenos recuerdos, forjando nuevos y creando un futuro para transmitir esa felicidad que ellos conllevan. Es una manera muy romántica de entender los trajes pero, aparte de la belleza que muestran, lo que más me apasiona es todo lo que hay detrás de ellos, todo lo que significan y que de alguna manera son algo más que una prenda para vestir”.

A la izquierda, dengue con bordados y flecos en rocalla de azabache. A la derecha, detalle del dengue bordado.

El traje tradicional femenino asturiano consta varias piezas exteriores e interiores: pañuelu (pañuelo), dengue, camisa, refaxo (refajo) y calzau (calzado), medias, ligas, calzones o pololos, faltriquera (corexa), mandil o delantal… Para sus trabajos, que incluyen tanto el traje de labor como el de fiesta, María suele inspirarse en modelos del pasado. “Siempre intento buscar fotos o información de lo que se considera el traje tradicional, se suelen enmarcar el siglo XIX. Me gusta ceñirme a la tradición y, si quiero poner mi toque personal, busco algo poco visto o usado e incluso recuperar algo que se dejara de usar”.

Sus clientes tienen necesidades de todo tipo: desde completar un traje del que sólo han heredado unas cuantas piezas hasta los que quieren hacerse uno a medida. “Encargan todas las piezas que quieran, para completar el traje que ya tienen o para ir teniendo poco a poco el suyo propio. También piden trajes completos”. En cuanto a tejidos, María es partidaria de la utilización de tejidos actuales, pero con matices. “A veces hay que adaptarse a lo que tenemos y no dejar de confeccionar ciertas prendas por no tener las telas exactas o realizadas como que hacían en el pasado, como pueden ser ciertos linos hechos en telares de tamaño similar a los del siglo XIX”. Por eso, muchas veces echa mano de la reutilización. “Intento usar las telas más parecidas a las que se usaban y por suerte, también uso muchas telas heredadas de mi familia o incluso gente que me encarga prendas y me traen su propia tela antigua”.

Siempre a la última

A la izquierda, la importancia de los complementos. A la derecha, detalle del dengue y la falda bordados.

Algunas de las prendas del traje de fiesta están enriquecidas con elaborados bordados y flecos de rocalla azabache. Para ellos, María busca inspiración en los motivos antiguos, pero “también creo mis dibujos propios basándome en los que se hacían antiguamente”. Para la creadora, es necesario ser respetuosos con el traje tradicional. “Hay que ser consciente de lo que llevamos porque cuando nos ponemos el traje no sólo lo llevamos puesto sino que además representamos la cultura, la tradición y las costumbres de la zona que manifestamos. También me gusta tener en cuenta que, salvo que estemos reproduciendo un traje o modelo en concreto, los trajes están vivos y en constante cambio, evolucionan con la sociedad y obviamente, le afectan las modas y los gustos de las épocas por las que pasan”.

Porque en la indumentaria tradicional, también hay modas. “Se nota mucho en los largos de las faldas y en los colores. En concreto, se aprecian bastante las tendencias en los trajes de Llanes ya que, a lo largo de la historia, nunca cayeron en el desuso. Por ejemplo, hace 40 años la fotos recogen muchos trajes negros con colores claros o pastel para el pañuelo y el chaleco. Las generaciones anteriores a esta usaban mucho la combinación rojo y azul y faldas cortas, y ahora pasamos del traje beige a trajes monocromáticos”.

Ellos quieren ir guapus

A la izquierda, la falda también está bordada con rocalla azabache. A la derecha, la formad de colocar el ‘pañuelu’ en la cabeza es especial.

El traje tradicional masculino cuenta con camisa, calzoncillos largos, medias, ligas, calzón largo o corto, el xugón o xilecu (chaleco), la chamarra o chaqueta corta, la faxa (faja) y, la pieza más emblemática: la montera picona. “El traje masculino parece más estricto o con menos opciones que el de la mujer pero en realidad, hay tanta variedad de elección y combinaciones como en el femenino”. Aunque las mujeres tienden a tener más conjuntos y más combinaciones, los hombres suelen ser más ‘exquisitos’ y ceñirse a su estilo propio, teniendo menos prendas. “Además, en la zona oriental, debido al elevado traje coste de los trajes de mujer, no suele haber muchos en propiedad al contrario de los hombres que en esta zona muchos tienen el suyo propio”.

A pesar de que nos solemos fijar más en las prendas externas que en las interiores, la lencería juega un importante papel en la indumentaria tradicional y, aunque se pueda pensar que existe una lencería especial, no es así. “Al final, lo que entenderías como ropa interior del traje tradicional es la denominada ropa blanca: camisón para la mujer, camisa y calzones para el hombre”.