Dicen que una persona elegante se define por ir bien peinada y por llevar unos zapatos lustrosos pues bien, en la indumentaria tradicional tan importante como el traje es el peinado. Por supuesto, el peinado ha ido modificándose a lo largo de los siglos pero para ser rigurosos, en esto del peinado se requiere un poco más de ortodoxia sobre todo porque los peinados son seña de identidad cultural, social o étnica.
El pasado mes de Octubre de 2024, Carlos Porro, componente de Corrobla de Bailes, impartió el taller-conferencia, ‘Peinados y Tocados Tradicionales Segovianos’ en la localidad de Arcones (Segovia. España). En este encuentro, el experto etnógrafo explicó, apoyado con docenas de imágenes, cómo ha sido el devenir del atusado a través del tiempo y por las distintas áreas geográficas.
El especialista etnógrafo Carlos Porro realizando unos moños laterales.
El curso tuvo una segunda parte práctica donde se enseñó el trenzado del picaporte y la colocación del mismo, así como los tejidos de rosca, de rodetes laterales o de la trenza en este caso muy propia de los tocados de montera segovianos. “Insistimos en la adecuación de estos peinados dependiendo de lo que se lleve, sombreros, mantillas, monteras, etc. para ver cómo ha de colocarse cada uno de ellos -comenta Carlos-. La creatividad se fundamenta en el tipo de peinado de cada persona, el tipo de cabello (largura y cantidad) y dependiendo de ello, se opta por la práctica de un tipo de peinado o de otro, pero siempre adecuado al momento que se quiera representar, si es para diario o para fiesta, o si es de una zona o de otra, por ejemplo”.
El histórico ‘Moño de Picaporte’
Uno de los arreglos más famosos de la indumentaria tradicional castellana es el Moño de Picaporte, una estructura capilar que se llevó entre el siglo XVIII y principios del XX. “Cada zona, y cada tiempo ha ido adaptando los estilos a su gusto propio, familiar y comarcal. La variedad y distingo se determina por el número de guías o crenchas en las que se reparte el cabello, que simula una aldaba de puerta o picaporte de ahí que también se denomine de ‘aldabón’, ‘de martillo’ o ‘de asa’, y se organiza desde cinco, siete hilos hasta treinta y tantos camales si la mata de pelo es grande y se quiere hacer un peinado más fino siempre buscando que sea un número impar de guías para que quede un desarrollo a modo ‘de la espina del pez’ con una guía que va marcado el centro -explica Carlos-. Esto posibilita también una mayor anchura y altura. Dependiendo de las zonas, unos Picaportes se adornan de lazos de seda y en otras zonas de terciopelo y abalorios como el llamado ‘Siguemepollo’ que, dependiendo de color, se mostraba el estado civil de la muchacha que lo llevaba, soltera o casada”.
Carlos Porro, de la agrupación Corrobla de Bailes, enseñando a realizar el trenzado tradicional.
El Moño Picaporte se adaptaba según las circunstancias. “La esencia de la tradición se mide en variedad y todo tiene un momento festivo que acaba pasando al diario, a los momentos de menor esplendor tanto en la indumentaria como en el peinado o calzado. En unas zonas este peinado se acomodó al diario con menos trenzados y más cuidado para la fiesta. En algunas zonas se ocultó bajo el pañuelo, para los trabajos o los fríos o para la fiesta igualmente, pues muchas veces no todo en la indumentaria ha de mostrarse sino que, solamente con insinuarse, vale. El Picaporte a veces se gasta suelto o caído a la espalda cuando puede resultar algo incómodo si se lleva algo en la cabeza, ya sea una montera, un cesto o el cántaro del agua. Se suelta de la cinta que lo sujeta y luego se vuelve a recolocar”.
Trenzado o liso
A veces, el moño aparecía con el pelo trenzado y otras, con el pelo liso y eso dependía de varios factores. “Principalmente de la fiesta pero también de la destreza de la peinadora y del tipo de cabello que tenga la persona, más largo o espeso, para poder entretejer bien todo ello. El peinado se arma y se desarma cada día si no es muy complejo y se aguanta unos días más, si está trenzado como en el caso de los Picaportes, pero no mucho tiempo porque tenderá a enredarse y luego será más difícil cuidarlo y limpiarlo para trabajar con él de nuevo. Este peinado, que tardaba en hacerse unas horas, se estrenaba para la fiesta y solían -dicen- esa noche dormir de lado o sentadas sobre una silla, apoyando la cabeza sobre las manos en una mesa para no aplastar el complicado tejido. Otras veces se adornaba con los rodetes laterales a las sienes que se tejían para la fiesta, en varios cabos”.
Diferentes formas de colocar horquillas y tocados.
Carlos explica también cómo se adornaban. “Varía según la comarca. Bien con lazos de seda o bien el ‘Siguemepollo’ de raso o terciopelo cuajado de lentejuelas, de talcos de colores o de canutillo de cristal y cintilla de bolillo. En otras zonas de nuestra comunidad como en el caso de Avila, en el Tiétar, por ejemplo hay mucha costumbre de colocarse unas Siemprevivas en la cabeza, al lado del moño, costumbre que comparte con la cercana comarca de la Vera y las tierras al sur del país”.
Para el experto, actualmente los moños sufren de un exceso de adorno. “Aunque hay ahora muchas costumbre de colocar horquillas y mil alamares en el pelo, como en la indumentaria, no siempre se colocan horquillas en los Moños de Picaporte, solamente las indispensables para asentarlo en la cabeza y ajustarlo, acción esta que a veces se hace con una peineta o pequeña teja, aunque lo habitual es que el peinado se sujete con una cintilla fuertemente para evitar su desplazamiento involuntario. En ocasiones, estos Picarportes se rodeaban de horquilla de filigrana pero sólo en algunas zonas y en tiempos de boda o grandes fiestas, especialmente los rodetes laterales. Los moños redondos traseros no suelen llevar cintas de adorno”.
Otros peinados a tener en cuenta
El Moño de Picaporte dejó de hacerse de manera habitual hace muchos años. “Se mantiene en las festividades o en algunos encuentros de indumentaria tradicional donde hace casi tres décadas lo recuperamos en algunos talleres que empezamos a impartir en diferentes lugares de Castilla y León, pues hasta entonces apenas se hacía los moños de rosca y otros peinados y recogidos que nada tenían que ver con los peinados antiguos -describe Carlos el trabajo de Corrobla de Bailes-. De todo ese legado de la tradición actualmente apenas algunas abuelas gastan el rodete en la nuca, un moño que también acabará desapareciendo, o la larga trenza que las ancianas payesas ibicencas aún se resisten a cortar. Hasta hace pocos años, la tía Felipa de Lagartera gastó a diario el picaporte lagarterano y otra mujer So Arnona, gastó el complejo peinado fragatino hasta el 2007”.
En los moños de rodete es importante cuántas horquillas utilizar y dónde colocarse.
La riqueza del peinado es grande y difiere en tiempos, lugares y épocas. Otro de los peimnados icónicos de la tradición es el Moño de Rosca colocados en la nuca. “Según los expertos, en teoría se sitúan en épocas más cercanas y modernas, olvidando las grandes muestras de recogidos a la nuca de peinados griegos y romanos -puntualiza Carlos-. Son muchas también las variedades en las que estos peinados se muestran en virtud a su elaboración con una sola trenza a la espalda, lisa o retorcida, o dos trenzas, o partiendo la cabellera en tres parte y elaborando todo ello en roscas. A veces incluso aparecen dos rodetes laterales, uno a cada lado de la nuca, detrás de las orejas e incluso las dos trenzas se pliegan como moños de picaporte y se colocan de la misma guisa”.
Actualmente se busca la funcionalidad. “La comodidad de la vida hace que el mundo de la tradición se mueva entre ‘falsificaciones’, postizos y resúmenes de la gran riqueza de expresiones. Obviamente, el cuidado del cabello largo es más incómodo, lo que hace que casi siempre se utilicen postizos para completar la airosa figura al vestirse. Hoy en día es muy fácil adquirir postizos de todo tipo aunque a veces haya que adaptarlos a los estilos de cada lugar porque entonces, parecerían todos el mismo peinado. Hay que elaborarlos, adaptarlos y especialmente buscar ese elemento que hace que se muestre toda la riqueza de esta expresión y que diferencie estos lugares de otros, y unos tiempos de otros también. Estos trabajos no son fáciles y se necesita muchas practica y conocer la técnica que hace que podamos readaptar y trabajar con los postizos para que queden al gusto del país”.