Según la Real Academia de la Lengua Española, el refajo es una ‘falda corta de paño usada por las mujeres encima de las enaguas o como prenda interior de abrigo’. En España, estas faldas han sido durante siglos muy comunes en la Meseta Central, la cornisa Cantábrica, Levante y Andalucía y en cada una de estas zonas, con sus respectivas particularidades: monocromas o policromas, bordadas o estampadas… Mila Dolz es una estudiosa y ‘documentadora’ -como ella misma define su trabajo- del refajo. “Siempre me ha gustado el folclore y la indumentaria. Aprendí a coser con mi bisabuela y el refajo estampado era una prenda que me encantaba. Siempre pensaba ‘tengo que hacerme con uno’ y con 16 años, entré en una tienda de Zaragoza donde me dijeron que disponían de refajos bordados porque es muy común hacer el dibujo a máquina. Yo no tenía los más de trescientos euros que costaba la prenda así que decidí darle unas vueltas. Desde siempre he sido muy apañada y pensé que me lo podía hacer yo. Un amigo que tiene una tienda dedicada a la indumentaria tradicional aragonesa me enseñó unos libro donde venía documentado el estampado dibujado mediante rodillos “. Es una pena que en temas técnicos haya muy poca bibliografía publicada. “No hay mucha y la que hay se centra más en por qué la indumentaria de una zona lleva esto y porqué en una zona cercana lleva otra. Sobre técnicas no hay casi nada publicado, algún básico sobre las hechuras que puede llevar una prenda u otra pero vamos, la gente siempre se las ha visto como ha podido. Los patrones modernos han hecho también cierto daño porque antes el patronaje, las hechuras de las prendas eran de una manera distinta, es como lo de ponerle al refajo corchetes, una goma o velcro para abrochar. Son cosas modernas que se empezaron a hacer en los 60, 70 u 80 en la indumentaria de los grupos de danzas. En el estampado pasa lo mismo, al final lo que hicieron fue hacerlo con una base de plantillas de stencil… se llegó incluso a utilizar transfer, serigrafía o vinilo como en las camisetas… ¡Y con dibujos de fantasía!”.
El refajo estampado por Mila Dolz con cenefas naturalistas
Una vez que el refajo se cruzó en su camino, en la trayectoria de Mila tuvieron lugar dos hechos importantes. Por un lado, el comienzo de sus estudios de Bellas Artes y por otro, encontrar a Pindongas, una tienda online centrada en la cultura tradicional, que es donde actualmente Mila vende muchos de sus artículos. “En Pindongas vi que tenía unos modelos de refajos y me dije que les compraría alguno porque estaban muy bien de precio. Cuando empiezo en tercero de carrera en 2017, en la clase empezamos a trabajar con técnicas de reproducción gráfica para dibujo: grabado con planchas de cobre, con linóleo… y luego empezamos a hacer serigrafía, Aunque era serigrafía sobre papel, el profesor nos abrió la puerta para realizarlo sobre textil. Ahí empecé a echar horas extra en el taller haciendo mis propias placas y experimentando con camisetas y sobre todo, estampación múltiple con una pantalla grande de serigrafía. Entonces ahí vi posibilidades para el refajo”.
Mila realizó varias pruebas para que el estampado quedara lo más parecido a lo que se hacía antaño. “Hice unas muestras con unos linóleos y con unas placas de cobre y la verdad fue que el resultado era muy bueno utilizando tintas grasas. Creo que es muy similar a lo que se hacía entonces”. Pero tenía su lado negativo… “Me obligaba a trabajar con un tórculo -una prensa que se emplea para estampar grabados en cobre o acero- y a crear cada plancha a mano y me parece un poco rollo porque si hacía un tamaño de veinte por treinta centímetros pues bien, pero si tienes que hacerte todo el dibujo a mano…”. A pesar de los inconvenientes a Mila le satisfizo tanto el experimento que tiene pensado comprarse un tórculo en el futuro “para hacer talleres y explicar cómo se hacía y así quitar mitos de otras técnicas utilizadas”. Después Mila pasó a la serigrafía. “Hice la pantalla de serigrafía de un modelo y estuve probando distintas tintas hasta que encontré la que más se adecuaba y mejor funcionaba sobre la lana. Compré a Pindongas ocho metros de lana roja y la estampé en clase. La prueba quedó muy bien, incluso estampé otras pruebas en lana de color amarillo. Corté el refajo, lo cosí y lo presenté como proyecto final de la asignatura documentando paso a paso todo el proceso de reproducción”. Y, como Mila está muy concienciada con el uso de materiales sostenibles… “este es un proceso menos contaminante porque son tintas al agua. Es muchísimo más limpio”.
A la izquierda, tejido de lana amarilla estampado por Mila Dolz. A la derecha, la artista en el taller.
En su afán por recrear motivos antiguos, Mila reprodujo tres modelos que encontró en unas publicaciones con las medidas exactas. A partir de ahí empezaron a aumentar los encargos de gente que tiene modelos documentados para reproducirlos en refajos nuevos. “Sobre todo me los piden las componentes de los grupos de danzas que quieren tener varios tipos diferentes para no ir todas vestidas iguales porque la variedad es también importante”. Aunque a veces ha sentido el impulso de crear su propio dibujo, por ahora Mila ha optado por reproducir los existentes. “Hay tanto por sacar y tan bonito que cada uno que se me cruza en mi camino me parece incluso más bonito que el anterior. Cada vez que me hago uno, al final lo acabo vendiendo. De momento soy mera documentadora de lo que hay y reproduzco eso. No lo descarto, pero hay tanto y tan interesante…”.
A la izquierda, abrigo y a la derecha falda corta de vuelo con el paño estampado de Mila Dolz
Históricamente, los refajos se han confeccionado en dos tejidos principales, en lana y en franela de algodón. “Los de lana siempre tiene tres grecas una más ancha en medio una más fina arriba y otra intermedia abajo y tienen motivos de flores, de jarros, pájaros, ramas… es muy naturalista. Luego están los modelos que yo llamo modernistas, porque tienen esa inspiración del Art Decó de dibujos geométricos”. Para que los estampados queden bien es esencial seleccionar la materia prima adecuada. Mila compra unos paños específicos, con el grosor conveniente y en los que priman la calidad y la durabilidad. “Desde el principio empecé a comprar la bayeta que hace Artelan, en Pradolongo. Siempre he trabajado con su género porque me parece que tiene muy buena calidad. Tanto el paño como la bayeta pasan por un proceso de abatanamiento y del cual surge un pelo que luego se recorta y luego pasa por el proceso de tintado. Yo trabajo mucho con el paño de Artelan porque es un tejido que me gusta mucho y que a la gente le agrada también y que creo que hay que valorar más”.
A la izquierda, una faltriquera y a la derecha, una sudadera estampadas por Mila Dolz
No solo los tejidos de los refajos de antaño -que eran mucho más pesados- han cambiado. También la forma de los refajos. “Un refajo tipo, como los de antes, no mide más de dos metros y medio a tres metros y medio como mucho. Pero hoy en día la gente quiere llevar más vuelo, hasta cuatro y medio o cinco metros. Es una barbaridad. Si lo llevan de falda exterior, como es el caso de Castilla y León, de Murcia y de algunas zonas de Castilla-La Mancha, pues aún puede tener sentido, pero si es para bajero como en Aragón, me parece demasiado. Con tanto vuelo, el dibujo, aunque lo lleves por fuera, va a ir tan arrugado que no se va a ver. Te dará igual llevar un estampado que otro”.
Combinada con prendas actuales, el refajo es una prenda que bien podría llevarse actualmente fuera del escenario pero los tejidos estampados de Mila no sólo se limitan sólo a la falda. Ella misma ha empezado a crear una serie de accesorios y prendas de vestir como mochilas o abrigos pero siempre seleccionando un tejido acorde con el uso. “Si estoy haciendo una faltriquera, por ejemplo, no la hago de paño porque se va a destrozar, utilizo mejor un tejido de algodón al que le pongo el estampado encima y estéticamente queda igual que con paño o con franela”. Una de las pretensiones de la artista es diversificar su material y animar a distintos profesionales de sectores como la moda o el interiorismo, a utilizarlo. “Al final, la indumentaria tradicional es nuestro pasado, son las raíces donde bebemos. Creo que tenemos una conexión con nuestros orígenes aún en estos tiempos globalizados”.