Desde tiempos inmemoriales, la joyería ha tenido (y sigue teniendo) múltiples funciones. Hay una función social, como símbolo de riqueza o de moda al seguir las tendencias imperantes; una función práctica, como objeto funcional; una función simbólica, para indicar el estatus social o la pertenencia a una etnia determinada; una función protectora, en forma de amuletos; una función artística, con las expresiones subjetivas de sus autores o una función económica, como inversión… entre otros muchos cometidos.
Recorrido por la exposición ‘Escultura tímida’ en el Museo del Traje de Madrid.
Las comisarias Concha Herranz, conservadora de la colección de joyas del Museo del Traje y Helena Rohner, diseñadora de joyas, reflexionan en la exposición ‘Escultura tímida’, sobre la joyería tradicional y la actual de una forma original, ahondando en sus materiales, significados y utilidades. A través de la museografía de Marta Muñoz, piezas de joyeros contemporáneos (Paloma Canivet, Ana Hagopiau, Chus Burés o Joaquín Berao, entre otros) conviven con algunas de las piezas de joyería tradicional que atesora el Museo del Traje.
Aunque el objetivo de la exposición es verla en un conjunto, con las ‘conversaciones’, que surgen entre las diversas joyas y por las semejanzas y similitudes que existen entre las piezas de ayer y de hoy, me voy a centrar principalmente en la joyería tradicional expuesta sobre todo, por ser la temática central de este medio.
Un paseo temático
Las diecinueve vitrinas que componen el recorrido de ‘Escultura tímida’ se dividen de manera temática. Para ojos no expertos, a primera vista sorprende que a veces es complicado descubrir si una pieza tiene varios siglos o un par de décadas. El resultado es asombroso, no sólo porque se puede admirar los diseños rompedores de los joyeros actuales sino también las curiosas formas de los amuletos de antaño.
La vitrina ‘Aureum’ de la exposición ‘Escultura tímida’ en el Museo del Traje de Madrid.
Muchas de las piezas están agrupadas según el material en el que están realizados. ‘Aureum’, por ejemplo, recopila una serie de piezas en oro. Antiguamente las joyas en oro medían las dotes de las novias y las herencias y hoy, sigue siendo el metal precioso por antonomasia. En esta cápsula se puede admirar un Collaret ibicenco (1800-1850) que representa una parte de la dote; unos pendientes de bellota sorianos (1850-1870) ya que el fruto del roble, siempre se ha asociado a las abundantes cosechas y a la prosperidad; o el colgante Sapo (hacia 1860), al que siempre se le ha otorgado propiedades protectoras contra la enfermedad.
También es valioso
‘Natura’ recopila la joyería realizada con materiales humildes pero que adquieren potentes significados al convertirse en joyas: la garra de tejón, la caracola, la castaña… son algunos de estos objetos con poderes talismánicos que protegen contra el mal de ojo o la locura. Destaca el colgante de mano de tejón (hacia 1700) que formaría parte de un cinturón mágico infantil; el colgante fálico astorgano (1700-1799) asociado a la fecundidad o el colgante-sonajero (hacia 1850) para la protección infantil.
Barros, arcillas… todo tipo de pastas se pueden admirar en ’Tierra’, donde piezas realizadas con materiales básicos y al alcance de todos, se convierten en joyas. Aquí destaca el collar con cruz del traje de alcaldesa de Zamarramala (hacia 1900), realizado en pasta de azúcar y seda o el Collar de Vidriales de Zamora (1960), creado con arcilla y madera.
Pendientes tallados en almendra y talismán de garra de tejón.
La pasta de vidrio es otro de los materiales usados como alternativa a las piedras preciosas y semipreciosas. Su menor costo las hace más asequibles a todos los bolsillos y además, sus posibilidades estéticas son infinitas. En ‘Vítreo’ llama la atención el Colgante-trucha articulada (hacia 1800) considerado un amuleto infantil favorecedor del lenguaje.
Textiles que se mezclan con metales es otra de las temáticas de ‘Escultura tímida’. La rigidez y frialdad del metal con la flexibilidad y calidez de la tela crean piezas excepcionales. En ‘Trama’ se puede admirar el Collar charro de la reina Victoria Eugenia (hacia 1920) en seda granate y oro. El colgante-amuleto del fajero infantil de Torrico (1750) en seda y hierro, con una luna creciente que ahuyentaba el mal de ojo, o los pendientes de calabaza astorganos (1850-1899) que protegen con la imagen del Espíritu Santo y perfuman a través de la esfera.
Materiales habituales
La muestra hace hincapié en otros materiales muy comunes en la orfebrería de todos los tiempos. La plata es una de las materias por excelencia gracias a su ductilidad y a tener un precio más asequible. Usada tanto para realizar piezas tradicionales como modernas, a este metal también se le atribuyen propiedades benefactoras. En la vitrina ‘Argentum’ se puede admirar un fabuloso Colgante-sirena (hacia 1880-1900) que protege del mal de ojo.
Pendientes y colgante tallado con forma de higa, ambos en coral.
Las joyas de azabache han sido siempre guardianas del mal e incluso actualmente, es habitual encontrar en muchas joyerías de Santiago de Compostela (Galicia) adornos en forma de higa o de concha que protegen a los peregrinos que hacían el Camino de Santiago. En ‘Plúmbeo’ se puede contemplar un collar (hacia 1650 y pudo formar parte de un rosario) en azabache con emblemas de Santiago Apóstol.
Al coral se le atribuyen importantes propiedades profilácticas: evita el mal de ojo y las enfermedades mentales. Y su poder aumenta si esta piedra está además, tallada. En la cristalera ‘Ventura’ destacan piezas como el colgante-higa (hacia 1800), un amuleto muy habitual en la infancia; el broche rama de coral (hacia 1850), protector contra la locura o el Colgante-manojillo de amuletos (hacia 1800) cuidador del mal de ojo y de las enfermedades mentales.
Pasillo de la exposición ‘Escultura tímida’. Manojillo de talismanes.
Las ‘Perlas’ siempre han sido símbolo de poder y riqueza por su dificultad de extracción. En ellas se valora su perfección y origen (agua salada o dulce) y se identifican con la pureza, la fertilidad y la belleza. En esta vitrina se pueden ver unos pendientes valencianos con forma de racimo de uvas (1875) que son símbolo de fertilidad y abundancia.
Formas y efectos
Los pliegues son una técnica habitual en moda, pero también en joyería. El ‘Pliegue’ (como así se titula también este expositor) se crea a partir de un plano que se dobla y esas dobleces crean volúmenes y estructuras fantásticas que, desde antiguo, materializan ilusiones de realidad. Los pliegues también están presentes en la joyería, incluso en la de antaño. Aquí se puede ver unos magníficos pendientes aldaba burgaleses (1860), en plata dorada, o un sonajero Castalia de novia lagarterana (1700-1799) que protege del mal de ojo y el mal de los pechos.
La vitrina ‘Pliegue’ de la exposición ‘Escultura tímida’
El movimiento también es importante en la joyería. Desde siempre, el adorno personal contempla piezas que tintinean según el movimiento de quien las lleva y con ese sonido, delicado y atractivo, se ahuyenta a los malos espíritus. En ’Tembladera’ se pueden admirar un collar de ama de cría riojano (hacia 1920) con el emblema del oficio, y el Collar y colgante-tembladera de Torrejoncillo (1850-1899).
Creencias paganas y religiosas
¿Qué no tiene una joya a la que acudir cuando se necesita una pequeña dosis de suerte? Desde siempre, las joyas pueden convertirse en fetiches que atraen la fortuna o en amuletos protectores ante calamidades y malos espíritus. En ‘Talismanes’ está una Collarada (1650-1850) con medallas, cruces y un relicario devocional de distintas cronologías, que refleja cómo se pueden ir atesorando diferentes piezas para que sea aún más poderoso y protector.
Colgante en plata de trucha articulada. Colgante con múltiples fetiches donde se puede ver una castaña.
En el escaparate ‘Herencia’, se mezclan las corrientes estéticas de diferentes culturas pero siempre, con un propósito protector. es impresionante la Collarada-pectoral maragato (hacia 1850), en coral y plata dorada, con sartas de elementos hispanomusulmanes como alcauciles y torrecillas que conviven con el Cristo Tripero y las cruces góticas.
Vírgenes, cristos y santos en medallas y relicarios son esenciales en la función devocional de la joyería que se convierte en la demostración ante la sociedad de las creencias de su portador que se siente protegido y acompañado ante sus miedos. En el aparador ‘Devoción’ se puede admirar un collar (1782-1799) con imágenes, medallas y relicario y en ‘Plegaria’, un magnífico rosario de cinco misterios soriano (hacia 1775) en pasta vítrea, hilos de bronce, cobre y plata. Espectaculares.
Exposición ‘Escultura tímida’. Hasta el 5 de mayo de 2024 en el Museo del Traje. Avenida de Juan de Herrera, 2. Madrid (España).
Imágenes: Museo del Traje.