La Ia es una prenda emblemática de la cultura rumana y europea amada por pintores, reconocida por escritores y admirada en museos de todo el mundo. El origen de esta blusa de algodón bordada con motivos geométricos en diversos colores se remonta a tiempos inmemoriales. Su nombre, Ia, (pronunciado ie-ah), etimológicamente deriva del latín “tunicae linae” o túnica fina. No se sabe exactamente cuándo apareció la Ia, pero los expertos apuntan que este corte específico de la blusa se encuentra ya en la cultura “Cucuteni” (5500-2750 a.c.) y que se ha mantenido casi sin cambios durante milenios. La cultura Cucuteni está considerada una de las civilizaciones más espectaculares del mundo prehistórico y es medio milenio más antigua que la cultura mesopotámica. La la cultura “Cucuteni” se extendió en todo el sureste de Transilvania, Moldavia (incluido el actual territorio de la República de Moldavia) y en el oeste de Ucrania hasta el Dnieper. Se sospecha que, estos dibujos comenzaron a aplicarse en hermosas cerámicas, con un destacado refinamiento artístico de formas y diseños, pintadas o incisas en los platos y estatuillas antropomorfas, y que las mujeres prehistóricas utilizaron estas decoraciones de geometría sagrada en sus vestidos. Especialmente en los territorios rurales, la gente tenía muy poca educación pero mantenía un conocimiento ancestral, una conexión con la naturaleza y los ciclos lunares y solares, por el que sentía la necesidad de transmitir a los demás.
El traje tradicional de Rumanía es sofisticado y original pero la diversidad de modelos de blusas es asombroso. Pueden representar la pertenencia a un estrato social determinado o a un grupo de edad concreto; pueden responder a los requisitos de una celebración religiosa que requieren de unos símbolos o signos definidos pero, principalmente, tienen un gran significado para el portador, siendo considerada un verdadero medio energético y espiritual. Cada diseño es un generador de vibraciones, por lo que tiene como objetivo proteger a quienes los usan de seres malignos, y en esos dibujos juegan especial papel los símbolos con poderes apotropaicos capaces de llevarles suerte y salud.
Pero ¿cuál es el código ancestral de los símbolos bordados? La ropa encapsula el conocimiento y crea un lenguaje usando colores y símbolos. La disposición de los bordados de las blusas también son características. Los motivos populares cosidos en el pecho, como la cruz, brindan protección contra el mal, el mal de ojo, expulsa los hechizos y el odio, mientras que el diamante, o la flor, o el sol, brindan armonía, felicidad y paz. Pero hay más muestras de esta geometría sagrada. El triángulo, por ejemplo, aumenta la energía, el cuadrado representa la estabilidad, el círculo simboliza el equilibrio, el nacimiento, el crecimiento, la transición y el renacimiento y el rombo, la espiritualidad, la creación, la vida y la fertilidad.
Otro motivo muy común es la estrella. La de cinco puntas (o pentagrama) colocada boca abajo representa al hombre perfecto y tiene el efecto de fortalecer el cuerpo. Es el símbolo de una gran aspiración y crecimiento espiritual. Representa fuerza, movilidad y adaptabilidad. Si la punta está hacia arriba, representa la cabeza en relación con lo Divino y la parte inferior significa la relación con la Tierra. La estrella de seis puntas está formada por dos triángulos, uno hacia abajo y el otro apuntando hacia arriba. Brinda protección y establece una buena conexión entre los estados emocionales, mentales y físicos. Este signo tiene un efecto curativo muy fuerte. El hombre representa el fuego y el cielo, mientras que el segundo triángulo simboliza a la mujer, con sus elementos característicos de agua y tierra. Estas dos unidades, combinadas, ilustran la perfecta polaridad de energías. Se cree que las vibraciones generadas por este signo traen suerte, salud, belleza y amor. Mientras que la estrella de siete puntas tiene el don de la energía cuando los chakras se alinean. Centrarse en su imagen ayuda a desterrar las enfermedades.
Los colores de los bordados también tienen especial importancia. Los más utilizados fueron el rojo, el negro, el blanco y el dorado y los motivos son poderosos: el rojo protege la salud humana, libera el sufrimiento y asegura la longevidad. Pero además, los colores dibujan un mapa social. La gente de las tierras bajas usa los colores verde y dorado, los que viven en las tierras altas usan principalmente el rojo, el gris y el marrón. Las mujeres casadas y ancianas usarían colores atenuados, mientras que las más jóvenes usarían colores brillantes.
A la izquierda, blusa rumana del siglo XIX en el Metropolitan (Nueva York). A la derecha, ‘La Blusa Rumana’ de Henri Matisse.
Pero no sólo la Ia de Rumanía es estudiada por su importante trasfondo místico y sociocultural. Su belleza y expresividad han servido de inspiración a varios artistas. Henri Matisse se prendó de las camisas que portaban las campesinas rumanas. Se cuenta que el pintor francés contaba con una pequeña colección de ellas, obsequio del pintor rumano Theodor Pallady, al cual le unía una gran amistad. El primer trabajo del pronto francés que aludía directamente a la étnica prenda fue el óleo titulado La Blusa Rumana y a partir de él realizo varios dibujos, como el conocido por Muchacha Durmiendo con Blusa Rumana. Otro artista que se prendó de la indumentaria y de las danzas típicas de Rumanía fue el pintor argentino Raúl Soldi, tal y como cuenta Alina Diaconú. “La blusa rumana se ha convertido así en un símbolo de la pintura de Matisse y de Soldi -asegura la escritora y columnista del país andino-, artistas emblemáticos de sus países y, sin duda, ajenos hasta entonces a la cultura balcánica y su folclore”.
No es de extrañar que algunas de las instituciones más importantes del mundo hayan dado espacio a esta prenda única. El Metropolitan de Nueva York cuenta con una interesante colección de blusas recolectadas por Stewart Culin (1858-1929) durante una expedición de en 1920. Culin fue el primer curator de Etnología del Museo de Brooklyn, sirviendo desde 1903 hasta 1929. Poseyendo una curiosidad insaciable y un apetito por coleccionar objetos de todo tipo, Culin dirigió más de veinte expediciones entre 1901 y 1928. Los periplos de Culin cubrieron territorios de Gran Bretaña y Europa oriental y occidental donde se centró especialmente en la recolección de textiles y trajes regionales. Los objetivos de Culin para estos viajes no eran solo ampliar las existencias del Museo, sino también preservar sus contextos culturales. Lo hizo acumulando fotografías, cuadernos y objetos efímeros que documentaron las circunstancias sociales, comerciales y culturales que rodearon su adquisición. Su filosofía de coleccionismo abarcó tanto piezas raras y de alta calidad como aquellas que representaban la vida cotidiana o eran de particular interés social o histórico.
Actualmente, la importancia de la Ia no se centra en su significado místico sino estético, siendo una prenda que ha inspirado a diseñadores europeos como Yves Saint Laurent o Jean Paul Gaultier, y que sigue siendo fabricada para las mujeres de hoy como una prenda atemporal, elegante y fácil de combinar. Firmas como ieRomanesca o Romanian Blouse se centran en la creación de blusas tradicionales de forma artesanal manteniendo los bordados de las diferentes regiones de Rumanía.