En la provincia sueca de Blekinge vive y trabaja Lina Odell, una artesana que bien podría pertenecer a ese artesanado de nueva generación que tantas alegrías y satisfacciones (estéticas, culturales, sociales y profesionales) nos está dando en toda Europa. Sus inicios en la indumentaria tradicional es similar a la de otros artesanos: la familia. “Crecí vistiendo trajes folclóricos en ocasiones especiales, pero nunca pensé mucho en ellos -cuenta Lina-. Mi abuela cosía los trajes folklóricos que llevábamos en mi familia. Cuando comencé a interesarme por los textiles y la ropa, mi atención se centró en el folclore (sueco) pero también el folclore de la India, de China y Asia en general. No me di cuenta de que el traje folclórico que usaba mientras crecía tenía las mismas raíces: la cultura folclórica. Una vez que me di cuenta de eso y abrí los ojos a mi propia herencia cultural, me enganché. Me concentro en eso y en mi propia empresa porque quiero que la gente vea y comprenda mejor nuestro patrimonio cultural. Vea las similitudes y las diferencias y cómo esto es parte de nuestra historia mutua”. Está claro que, como en el conocimiento en general, cuanto más estudias más te das cuenta de que no sabes nada y eso, te hace indagar más y más para aprender y descubrir cosas nuevas.
En Suecia también hay jóvenes que cambian el campo por la ciudad para desarrollar una labor artesanal pero “sobre todo, en el campo de la ebanistería”, comenta la diseñadora. Pero sí apunta a que cada vez hay más gente interesada por la indumentaria tradicional y no, como mayoritariamente se pueda pensar es por causa de la globalización o de la preservación sino por que es parte de las raíces y del patrimonio. “Creo que tiene más que ver con el interés por la artesanía, la creación y la familia. Y tal vez una sensación de hogar y seguridad en una Europa con una guerra en curso, la inflación y el cambio climático. La gente tiende a apoyarse en las viejas tradiciones cuando está en crisis. La participación en el uso de trajes folclóricos también es una forma de vestir respetuosa con el medio ambiente y un gran dedo de «vete a la mierda» para la industria de la moda. El Folkcostume es todo lo contrario a la moda rápida. Se hereda por generaciones, lo cuidas bien, lo reparas cuando está roto, lo modificas para que se ajuste a tu tamaño y está hecho de materiales naturales”.
En su tienda online KRUSA, Lina Odell vende los patrones e instrucciones para realizar las prendas.
Como ocurre en otros campos como el lenguaje o la gastronomía, la indumentaria tradicional evoluciona para adaptarse a los gustes y necesidades actuales. “Creo que los trajes folklóricos se tienen que adaptar a su época de diferentes maneras es más, siempre lo ha hecho, aunque mucha gente asegura que siempre ha sido de cierta forma… En los años 60 por ejemplo, las faldas eran más cortas. En los años 70 había más poliéster y algodón en los materiales. En los años 80, las blusas se hicieron menos ajustadas y más grandes para un ajuste más holgado para seguir la moda… Lo que veo ahora es un interés en hacer que el traje folklórico sea más personal para reflejar a la persona que lo usa. Ya no viene mucha gente de una única ciudad. La gente se mueve y tiene múltiples orígenes entonces… ¿Por qué no dejar que se muestre con tu traje folclórico? Históricamente, muchos trajes tradicionales han sido más diversos de lo que se han inventado. Las personas con opiniones firmes, las tiendas con fondos limitados para vender una variedad limitada de materiales y el deseo de la gente de ser más específicos del área han hecho que muchos trajes folclóricos se conviertan en uniformes con poca precisión histórica. Lo que vemos en los museos hoy en día, a menudo se ve muy diferente a lo que se ha convertido en los trajes folclóricos modernos durante el último siglo”.
Lina Odell imparte talleres de confección o de bordado tradicional, entre otras materias, a un público juvenil.
Una de las propuestas más particulares de Lina es KRUSA, una tienda poco convencional ya que en ella se vende kits de bordado y de patrones (de boina, manoplas, chaleco…) para poder confeccionar tu propia prenda, a tu tiempo y a tu gusto… “Dado que la ropa folklórica tiene que estar hecha a la medida del usuario, no puedo hacer piezas listas para usar sin conocer al cliente personalmente y también, sería muy cara. Mi concepto es vender los patrones para que la gente pueda hacer sus propias prendas. Con los patrones trato de contar las historias y tradiciones que los acompañan junto con información sobre los materiales y el ajuste. En Suecia es difícil encontrar patrones e instrucciones. Y los que encuentras suelen ser de los años 70 y están mal hechos. Además, no hay tiendas especializadas que vendan materiales folklóricos, por lo que es difícil empezar. Mi concepto es ayudar a las personas a comenzar por sí mismas”. Sin duda, una forma divertida para que la gente se introduzca en el mundo de la indumentaria tradicional. “La gente de hoy en día es más exigente con lo que se pone. Si van a usar un traje folklórico, quieren que les sienta y se vean bien. Si les doy los patrones es más probable que hagan un traje folklórico que realmente usarán. Mucho mejor que comprar algo de segunda mano que realmente no les queda bien”. A la hora de apostar (o no) por el Historybounging, esa tendencia en la que se mezclan prendas de la indumentaria tradicional con la convencional, Lina lo tiene claro. “No veo ningún problema en mezclar la ropa moderna con el traje folklórico, siempre y cuando sepas lo que llevas puesto y puedas explicarlo si alguien pregunta. ¿Quizás alguien más sienta curiosidad y pueda comenzar una discusión, y de repente otra persona tenga un nuevo interés? No creo en conservar las tradiciones sólo por conservarlas. Una tradición tiene que ser alterada por el practicante para mantenerse viva. Así se mantienen las tradiciones. Sin nuevas interpretaciones, la tradición muere”.
Los accesorios son un elemento importante en cualquier indumentaria tradicional.
Otra de las facetas importantes de Lina Odell es la didáctica. Lina imparte talleres de confección o de bordado tradicional, entre otras materias, a un público juvenil. “Enseño y diserto mucho sobre antiguas técnicas, y creo que es muy importante aprenderlas. Sobre todo por los más jóvenes. Pero tiene más que ver con enseñar a las personas a usar buenos materiales y lo que pueden hacer con sus propias manos. Enseño a “leer” la ropa vieja en los museos. A hacer una prenda tú mismo a mano… Eso hace que esta prenda no tenga precio. Es una forma de enseñar el valor de lo que vistes. Si se hace la ropa usted mismo comprenderá el tiempo y el esfuerzo que hay que dedicarle, y es más probable que lo cuide bien. No como la moda rápida de hoy en día, donde alguien más siempre paga el precio cuando compras algo barato”. Por eso, dar más visibilidad en Europa a la indumentaria Tradicional como fuente de riqueza, identidad y cultura es muy necesario en estos días. “Todos somos parte de Europa y un solo pueblo, pero nuestras diversas tradiciones son lo que nos hace únicos a todos. Comprender nuestras diferentes herencias culturales también puede mostrarnos y hacernos entender nuestras similitudes. Las mismas formas, telas y cintas aparecen en muchos trajes diferentes en toda Europa. Las fronteras fueron inventadas por los reyes y las guerras. Las personas y las culturas rara vez siguen las fronteras. Creo en una Europa moderna que tenga espacio tanto para las nuevas ideas como para las viejas tradiciones”.