Un Himmeli es un móvil cuyos patrones geométricos varían de simples a extremadamente complejos, desde la forma de un diamante a un octaedro. Están fabricados de fibras naturales e, independientemente de su patrón, son simétricos desde sus puntos de suspensión y crea diferentes dibujos a medida que gira. Estas estructuras decorativas son muy habituales en países del norte y nordeste de Europa. Loreta Lichtarovičienė es una de las artesanas de Himmeli más importantes de Lituania. En su taller de Aliejunai, crea estas fabulosas estructuras cargadas de simbolismo, tradición y magia. “La cultura étnica de los cuentos de la abuela ha estado en mi sangre desde la infancia- cuenta Loreta su formación y trayectoria-. Empecé mis estudios de Etnología en 1992 después de graduarme de la escuela secundaria. Obtuve la especialidad de profesor de música y etnomúsica. Desde 1996, trabajo como profesora de cultura étnica en un gimnasio de adultos. En 2015 me gradué en Etnología y Folklorística por la VMU (Universidad Vytautas Magnus), porque mio objetivo ha sido siempre profundizar mis conocimientos y participar en la creación de documentos importantes para la Etnocultura como por ejemplo, el programa general actualizado de cultura étnica, y así participar en concursos de redacción de artículos científicos”.
A la izquierda, Loreta Lichtarovičienė en su taller. A la derecha, Himmeli de forma circular.
Los Himmeli llegaron a la vida de Loreta en su adolescencia, cuando vio colgado uno en una antigua granja. El destino quiso que su vida familiar quedara ligada para siempre a los Himmeli ya que la familia de su marido tenía una larga tradición en la elaboración de estas estructuras. “Los Himmeli (también llamados Jardines del cielo) es mi sueño adolescente. Es un antiguo fenómeno de nuestra cultura lituana. Los jardines acompañaron a una persona desde el nacimiento hasta la muerte en las etapas más importantes de su vida: estaban atados cuando esperaban un bebé, para bodas, así como para las fiestas más importantes del calendario como Pascua o Navidad. Los jardines me han interesado desde mis primeros estudios, buscando material, leyendo libros y entrevistando a expertos”.
Además de su poderoso lado estético y decorativo, los Himmeli tienen un importante lado místico que Loreta revela: “Se cree que los Himmeli están habitados por espíritus que pueden ayudar a los vivos. Los Jardines del cielo solían colgarse encima de la mesa donde se reunía toda la familia. Su envergadura estaba determinado por el tamaño del espacio disponible sobre la mesa familiar”. Para su fabricación se utiliza usualmente centeno pero Loreta también aja trabajado con otras fibras como trigo, avena y juncos. “Yo misma recojo la materia prima para los jardines del cielo y mi familia también ayuda. Por cierto, tratamos de cultivar centeno nosotros mismos”.
Derecha e izquierda, dos Himmeli de Loreta Lichtarovičienė
Y no solo en Lituania, Los Himmeli también se crean en Finlandia, Letonia, Estonia, Noruega, Serbia, Bulgaria, Polonia, República Checa, Eslovenia y Ucrania. “Sé cómo se les llama en esos países y es interesante que algunos nombres tengan similitudes”. Loreta también conoce todos los secretos que caracterizan los diseños de los Himmeli lituanos. “La base de la paja del Jardín del cielo lituano está hecha de cuadrados. Crece hacia arriba y hacia abajo en triángulos. Por lo general, se considera que dos pirámides son la forma tradicional de un jardín, una mirando hacia el cielo y la otra mirando hacia la tierra. Esta forma está asociada con la imagen del árbol del mundo. Sin embargo, se han utilizado otras formas desde la antigüedad como los Jardines solares en forma de círculo. Por ejemplo, los jardines en forma de sol que también he realizado son heredados de la bisabuela de mi marido, que nació en 1899”. Para Loreta cada Himmeli que fabrica es especial y único. “Cada Jardín del cielo es diferente y ato cada uno de ellos una persona por eso, doy vida a cada uno de mis jardines como si fuera mi hijo, preocupándome por su destino”.
El taller de Loreta Lichtarovičienė en Aliejunai (Lituania).
Aunque por tradición los Himmeli se realizan en materiales orgánicos, hay casos en los que se hacen en otros materias como metales o plásticos. Se han hecho reducciones de Himmelis en piezas de joyería y hasta Loreta ha experimentado con otras texturas. “No es muy común, pero ciertamente hay casos en los que el Himmeli se usa como un detalle interior. Yo por ejemplo, he atado un Jardín del cielo hecho de tubos de latón de cuatro metros para colgarlo entre los árboles de la pequeña ciudad lituana de Kernavė”.
Los Himmeli están en el punto de mira de la UNESCO para declararlos Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, algo que a Loreta le llena de orgullo aunque le preocupa que los Himmeli pierdan parte de su esencia. “Hasta ahora, en Lituania, los Jardines del cielo están fuertemente ligados la tradición, son elementos decorativos indispensables en bodas, bautizos y para proteger las casas. Estoy esperando ansiosamente el anuncio de la incorporación de los Himmeli en la lista de la UNESCO, y espero fervientemente que los jardines del cielo nunca se conviertan en comerciales o simplemente como adorno de interior”. Cuando algo se globaliza y suscita interés es fácil que se produzcan las temidas falsificaciones que ponen en peligro el trabajo de los artesanos. “El mundo parece encogerse cada vez más. Conocer y adoptar las tradiciones de los demás se ha vuelto particularmente fácil. Pero también veo el otro lado: cada vez más personas buscan entender y nutrir sus raíces, su cultura. Estoy feliz porque observo países donde su cultura se transmite de manera profunda y significativa. Vale la pena aprender. Podemos estar cerca unos de otros, pero al mismo tiempo orgullosos de nuestras raíces. Es importante tratarse con respeto”. Y Loreta aprecia esto cada vez que trabaja con jóvenes. “El mundo moderno es muy diverso y la juventud también. En cualquier caso, me alegro de que parece que cada vez hay más jóvenes que se interesan por sus raíces”.
Loreta Lichtarovičienė. Aliejūnų 18, 14230 Aliejūnai. Lituania
Fotos: Martynas Nasicomy, Daiva Bareikaitė y Dovilė Jakštaitė