El experto Carlos Porro sigue en tierras palentinas para descubrirnos toda su riqueza indumentaria. Si hace unos meses realizó un taller en la localidad de Villamediana, ahora le toca el turno a Cervatos de la Cueza en la Comunidad Autónoma de Castilla y León (España). Es el propio Carlos el que nos pone al día de su trabajo. “Básicamente sigue la dinámica de los encuentros y talleres que hacemos con el grupo Corrobla de Bailes, con una primera parte de conferencia acerca de la situación actual de indumentaria y el vestir tradicional en Palencia, desarrollos, épocas, detalles que nos han llegado…”.
Con ello pretenden hacer un estudio de la cuestión en la provincia, definir la situación en que se encuentra y plantear líneas de trabajo y ayuda para lograr esa deseada recuperación del patrimonio provincial. «Posteriormente hay un taller práctico donde llevamos las prendas antiguas que conservamos para que las gente las vea, distinga una prendas de otras, pueda entender los tejidos de lana, de algodón o de cáñamo y sobre todo ver las hechuras, formas, colores, combinaciones y factura. Tras esta exposición, algunos miembros del grupo se visten en directo con las piezas antiguas o las reproducciones que llevamos y es donde vemos esos detalles prácticos del vestir que es donde más participa la gente, pues no han visto nunca ese ritual, lo complejo que puede llegar a ser y el cuidado que hay que poner en la colocación”.
Antigua tierra de tejedores
Dentro de la indumentaria palentina, en el taller se han tratado los rasgos particulares que ofrece la indumentaria de Cervatos. “Cervatos es una comarca al uso de la Tierra de Campos, con la particularidad de que pertenece a una comarca común con otros pueblos, La Cueza, en el valle que riega este río y algunas otras derivaciones del mismo. Como comarca cercana de unos pueblos a otros, con múltiples relaciones familiares o laborales ha ido generando un sentido de identidad comarcal, como ocurre en el Valle Retortillo, contiguo al de la Cueza, o como el que tienen los del Páramo de Carrión o los vegeses de Saldaña”.
El experto en indumentaria tradicional, Carlos Porro durante el taller de Indumentaria Tradicional en Cervatos de la Cueza (Palencia).
A grandes rasgos, esta identidad no se manifiesta en el vestir, apenas en las colocaciones o el uso de unos colores o tejidos por encima de otros. “Los documentos notariales sí especifican que tipo de pieza parecían en los ajuares domésticos de Cervatos y qué gustos tenían los paisanos al utilizar unas piezas por encima de otras. El empleo de la lana del país y los lienzos caseros tejidos en este pueblo y en los del contorno, posiblemente, más recios y duraderos que los algodones decimonónicos, definieron el vestir de los lugareños, así como el empleo de tonos oscuros, azules y morados para el diario y el adorno de franjas metálicas en los guardapiés de tonos verdes habitualmente. De todo ello nos dan cuenta los legajos y escrituras e inventarios de los siglos XVIII Y XIX”. En el museo etnográfico de Cervatos, se conservan algunas interesantes pieza festivas del vestir local, algunas de estas sayas encarnadas bordadas, estampadas o incluso con picados, en formatos muy propios palentinos.
Muchas de las pieza del vestir cotidiano se fabricaron en el pueblo. La Cueza fue una de las últimas comarca en las que prácticamente había telares y tejedores de paño o lienzo en todos los pueblos hasta finales del siglo XX. “Los tejidos buenos de paños, o de fina estameña se reservaban para momentos de lujo. Los manteos encarnados bordados y el mantón de seda o de merino adornado con un ramo de flores o pájaros se gastaba en los días de fiesta como la capa fina. La mantilla de acudir a misa en diario se sustituían por la costumbre de cubrirse la cabeza con un pañuelo o echarse la saya cimera por encima de la cabeza mientras que para la fiesta litúrgicas se gastaban largas mantillas de paño con un gran ribete de terciopelo que en los caso más lujosos de adornaba con brocado o algo de pedrería en toda la parte central”.
Indumentaria y climatología
La indumentaria que se llevaba en los días de diario, para las labores en el campo, tenían otra factura. “Las capas parda del país, de recio paño, se empleaban en los inviernos y para el trote diario. Los duros inviernos de la zona obligaban al empleo tanto diario como festivo de las albarcas de madera que se compraban a los albarqueros y carruqueros que desde las Montaña de Cervera bajaban a Tierra de Campos a las ferias y mercados. Junto a los choclos, el calzado de suela de madera y media bota de caña de material era el calzado habitual de todos los jornaleros, labradores y pastores”.
A izquierda y derecha, componentes del grupo Corrobla de Bailes ataviados con trajes palentinos.
Y era muy curiosa la forma de protegerse del sol. “Era costumbre muy propia de Cervatos -que llamaba la atención en los pueblos de alrededor-, la manera en colocarse la ropa para las labores de la siega y de escardar en el campo. La querencia de las mujeres del campo a conservar la blancura de la piel frente a la costumbre de tomar el sol en los tiempos modernos, hacía que para estos menesteres donde el aire y el sol quemaran el rostro, las cervateñas acudieran al campo de largas faldas, mandiles, camisas o chambras cerradas al cuello y manguitos que tapaban la mano dejando escasamente los dedos libres para agarrar la hoz o el hocino. La cara se tapaba con una careta de tela a la que se habían practicado dos agujeros para poder ver y sobre todo ello un pañuelo que tapaba la cabeza y dentro del cual se había colocado una mimbre o junco rodeando la cabeza como diadema dentro de la tela, de modo y manera que daba la impresión de visera”.
Interés creciente
Los palentinos son cada vez más conscientes de sus raíces y de la necesidad de mantenerlas, pero todavía hay mucho trabajo por hacer. “Llevamos unos años con estos talleres y exposiciones que hemos realizado en Cisneros, en Vertavillo, en Villamediana, en Grijota, en Fuentes de Nava, en Autilla del Pino, Villada o esta de Cervatos donde algunos municipios con interés suelen reclamar nuestra atención para poner en valor su propio patrimonio. Poco a poco vamos viendo estos cambios. Muchos grupos de coros y danzas que durante décadas han vestido de la misma manera y han bailado una y otra vez el mismo repertorio ahora tienden a diversificar con mayor o menor criterio, y a mostrar piezas y detalles que nunca, a pesar de ser netamente palentinos, habían llevado en sus formas. Todo ello fruto sin duda de las numerosa publicaciones, talleres, muestras y exposiciones que llevamos haciendo estas últimas décadas. El trabajo ha de ser continuado y científico y ha de estar presente en todas las programaciones de instituciones provinciales para ser llevada en las semanas culturales, en la fiestas o a los colegios como parte del patrimonio cultural palentino que ha de conocerse y mostrarse”.
A la izquierda, demostración en vivo de cómo hay que vestir la indumentaria palentina. A la derecha, Carlos Porro ene plena explicación.
Tanto es así, que hay mucha gente dispuesta a realizar sus propios trajes y ahí, entran en juego los expertos en el vestir antiguo. “Algunos artesanos y sastres van conociendo poco a poco las formar y maneras en las que se confecciona el vestir tradicional que está lleno de cortes, hechuras, formas que no son propias de la confección habitual, por tanto no siempre el resultado es el óptimo cuanto estas piezas se confeccionan en casa. El adorno y el bordado solían realizarse en casa pero la confección, el corte o la hechura, antiguamente eran los sastres o costureras especializada quienes se ocupaban de su fabricación, especialmente en el caso de los hombres”.