El trabajo de Raquel Cruces se centra en ‘revisitar’ antiguos cantares de transmisión oral para presentarlos con arreglos originales. Este ‘revisitar’ conlleva la investigación, la revisión y la puesta en valor de las diversas fonotecas ibéricas. Su primer cancionero, Dame Confites, recogía 23 temas procedentes de distintos puntos de la geografía española. Ahora está llevando a cabo La Sortija, su segundo cancionero, donde cada uno de los cantos corresponde a un mes del año.
El folclore le ha servido a Raquel para descubrir y reconocer sus raíces. “Siempre he sido curiosa y me gusta conocer y comprender -cuenta la artista-. Me empapo de materiales, leo artículos, voy almacenando documentales, organizo los apuntes que tomo de todo aquello que me llama la atención y hago muchas escuchas. A medida que pasa el tiempo, me gusta ver cuál es el impacto de todo eso en la forma de expresarme. Cómo lo paso por el cuerpo y el alma y cómo muchas músicas las siento vibrar como si ya hubieran estado en mi ADN desde que salí al mundo”.
La banda sonora de nuestros ancestros
Su labor se ha centrado principalmente en cantos de uso o cantos funcionales de la península y los archipiélagos. “Había varios oficios, no sólo los vinculados al campo, e incluso otras labores que eran consideradas ‘tareas’ por ser sólo mujeres las que las ocupaban. Pero lo que creo importante recordar es que no sólo se cantaba en la jornada de trabajo. Se cantaba en las casas, en el río, de camino al trabajo o a la casa, de procesión, de romería, de ronda, para acompañar a los protagonistas de las bodas, en los ritos para pasar a la etapa adulta y en los funerales. Había una canción para cada labor, ritual cotidiano y celebración. Había una función para cada canción”.
En el rodaje de ‘Dame confites’ de la cantante y percusionista, Raquel Cruces.
A lo largo de su historia, la humanidad ha transmitido sus saberes de generación en generación de forma cantada. “Escuchando esos cantares podías saber qué ropa usar para cada ocasión, las herramientas para cada tarea, los pasos de un baile, qué hierba tomar para remediar un mal, qué alimentos te daba cada estación, cómo comportarte si eras mujer en esta o aquella situación, que se esperaba de ti como hombre… Las letras son la wikipedia de la sociedad que las cantaba, y están ligadas al tiempo y no sólo al espacio”.
Aunque Euskal Herria y Canarias son zonas que tiene pendiente ampliar, Raquel ha tratado de buscar material en todas las Comunidades Autónomas españolas. “Aunque es todo tan basto que siempre siento que me queda muchísimo por descubrir, lo que podría desanimar a muchos pero a mí, me mantiene con ganas de seguir dando pasos al frente”. Como si fuera un ‘detective musical’ Raquel investiga sobre un género de baile o algún uso de la tonada (“ya sean cantos de trabajo, cantos de ronda, canciones infantiles, cantos a difuntos…”) y ese rastro le lleva a otra región diferente.
Raquel Cruces imparte talleres, sobre cantos y percusiones populares de transmisión oral.
Es muy probable que muchas canciones se hayan perdido con el paso del tiempo y existen varios factores que contribuyeron a que se dejase de cantar para todo, que la música funcional dejara de estar presente necesariamente para la vida en comunidad… “La aparición de las radios y su extensión, incluso, a las casas más humildes, es una. Evidentemente, la dictadura es otra”.
Las canciones que dejaron de cantarse
El concepto de ‘canción’ de antaño no es el mismo que el contemporáneo si tenemos en cuenta que el actual está concebido como un tema, con estrofas y estribillo, que cuentan una determinada historia. “El concepto de canción es muy moderno. Había cantares al aire, de temática y métrica regulada o más libre. Otros basados en las historias y los textos de romances que se pueden rastrear hasta el periodo medieval”.
Muchos temas cuyo objetivo era el baile se regían por lo que iba aportando cada cantante en cada momento. “Se regían por un estribillo y luego cada cual, lanzaba su estrofa, que sería de una métrica u otra según el palo. Y, en general, sea cuál fuera el cante, como no existían formas de registro (escritas o de audio), cada vez que se cantaban, se daban variaciones que iban modelando el caminar de ese cantar por la memoria común. Había tantos cantares como personas los cantaban. Esta es la gran magia de la transmisión oral”.
Las etapas de la vida
Pero… ¿Cuáles son los estilos que más le gustan a Raquel? “Si hablamos de palos de baile, el fandango y todos los afandangados, verdiales, malagueñas, granaínas, per la de l’u, rondeñas… ¡Me tiene el corazón robado!”. Aunque, como buena habitante del Mediterráneo: “El mar es algo que nos une con todos los pueblos de su cuenca, los cantos al aire: cants de batre, nanas…”.
La nana ‘Ea’ del trabajo ‘Dame confites’ de Raquel Cruces.
‘Dame Confites‘ fue su primer cancionero y en él se recogen 23 cantares. “Son cantos de uso que hacen un recorrido por las distintas etapas de la vida de una persona y puedes encontrar en él una nana, un canto de velatorio del angelito, un canto infantil de rueda, dos rondas, cuatro cantos de trabajo y catorce palos de baile”. Un recorrido sonoro por Pontevedra, Sevilla, Málaga, Cádiz, Bizkaia, León, Castelló, Zamora, Valladolid, Salamanca, Ávila, Guadalajara, Murcia, Palencia, Burgos, Cáceres y València.
En su segundo cancionero, ‘La Sortija’, Raquel reparte, cada primero de mes, una nueva carpeta con la canción y otros materiales que la vinculan a un rito social de ese periodo de año. “Está además ilustrada con doce personajes que cuentan tanto del cantar como del uso, los instrumentos que intervienen en el álbum y sobre flores que florecen en nuestras tierras en cada momento. Puedes escuchar en ella una nana, un canto de migrante, cuatro palos de baile, un canto de columpio, una ronda, una canción acumulativa infantil, dos cantos de trabajo, dos romances y un canto vinculado al solsticio de verano”. En esta ocasión el viaje musical tiene lugar por A Coruña, Eivissa, León, Málaga, Murcia, Zamora, Huesca, Huelva, Valencia, Segovia, Tarragona, Menorca, Navarra y Girona.
Investigación sonora
Detrás de los audiolibros de Raquel hay un valioso trabajo de investigación, recopilación y análisis. “Mi labor básicamente es la de abrir fondos documentales y tratar de trazar lineas comunes entre ellos, de catalogar según varios criterios, mucha labor de transcripciones y comparativa. Hacer escuchas no es fácil, aunque yo pueda pasarme días de horas cuando tengo que preparar materiales nuevos”. Como ella misma dice, es como buscar una aguja en un pajar. “Hay que tener entre paciencia y suerte para encontrar lo que buscas”.
La barcelonesa Raquel Cruces ha recibido formación de reconocidos expertos del panorama folk como Miquel Gil, Eliseo Parra o Vanesa Muela.
Aunque hay cada vez más material digitalizado, aún hay piezas que no lo están por lo que es importante hacer el oido a las grabaciones de antaño. “Se trata de grabaciones de una calidad inferior a lo que estamos acostumbradas; las personas que cantan con frecuencia ya son muy mayores y sus voces a veces resentidas; la estética vocal que muestran no es la misma que la actual, por lo que pueden parecerte desafinadas o disonantes… Todo esto es trabajo individual”.
No falta tampoco el trabajo de campo. “Hay todo una labor, casi involuntaria, de campo, en la que me cantan, me mandan grabaciones, me sugieren sobre un canto que aquella mujer aún recuerda; frecuentemente después de los conciertos, o alguna alumna después de una clase me manda el pedido y, claro, siempre es una aventurita tirar del hilo y ver a dónde te lleva”.
Arreglar para perdurar
La parte más creativa de su trabajo son los arreglos “aunque siempre con una bases asentadas”, comenta Raquel que ha tenido que estudiar mucho con varios profesores y profesoras que le han permitido marcar sus criterios actuales. “Cuando trabajas mucho en variar una parte del cantar inevitablemente estás poniendo en valor aquello que no modificas; lo que es un poco loco porque te esfuerzas, aparentemente, en trabajar algo que crees que será lo que tiene valor porque es tu aportación pero a la vez, pones por encima la perdurabilidad de aquello que no alteras; que es la parte de la memoria colectiva que haces que siga”.
Trabajo ‘Vengo de molar’, de Raquel Cruces.
Para Raquel “arreglar siempre es divertido, costoso, arriesgado y emotivo. Lo más destacable es que, con este cantar yo entro a formar parte de la raíz, de las voces de tantas mujeres que han cantado este canto antes que yo, cada una a su manera y según su sentir, expresándome como ellas lo habían hecho, desde unos códigos comunes”.
La puesta en escena es esencial. “Los conciertos son el espacio en el que comparto todas estas magias de hallazgos, melodías hermosas, toques que me han sorprendido y cautivado a mí antes, claro… espacios donde os cuento historias, donde escucháis y preguntáis curiosas, lugares en los que me bailáis y yo os toco.. en los que coreáis, me abrazáis, nos emocionamos.. El arte y el ritual. Me parece de lo más bonito que tiene en mi profesión”.
El futuro de la música tradicional
La música que hoy en día llamamos ‘tradicional’, antes era sólo ‘la música’. Era la que se tenía, la que se cantaba, tocaba y bailaba. “Siempre en evolución, bebiendo de las corrientes, modas e influencias de cada periodo histórico. Pensar que hoy en día no deba ser éste su camino es algo absurdo, ¿no?”.
Colectivamente tenemos memoria y “a pesar de lo que actualmente llamamos ‘globalización’, nuestra cultura forma parte de nuestro ADN. En nuestros cuerpos guardamos gestos y movimientos, ritmos y melodías de nuestros ancestros que hacen que, al oír algunos cantos, nos sintamos conectados con una memoria que no recordamos sea vivida”. Y hay que tener presente el mestizaje. ”La mezcolanza de caminos, historias, civilizaciones… Somos fruto del mestizaje y esta suma de diferencias es la que nos da sentido y valor. Seguir sumando en esta senda para mí es la clave”.
La reina de las romerías
Además de su labor de etnografía sonora, Raquel cuenta, desde hace seis años, con tres grupos estables en Valencia, Barcelona y Valladolid centrados en la percusión ibérica. “En ellos estudiamos cantes, toques de pandereta y pandero cuadrado y percusión con objetos de cocina: sartén, cucharas, platos, botellas labradas, almireces, latas, vieiras…”.
En sus talleres de percusión, Raquel Cruces enseña los diversos toques de pandereta.
Y claro, el instrumento de moda es la pandereta. “Creo que, a poco que la conozcas, puedes reconocer en ella el absoluto poderío que tiene. Con una sola pandereta… ¡Puedes poner a bailar a toda la plaza!”. Además, es un instrumento liviano y fácil de transportar por lo que anima a participar en cualquier festejo popular.
Eso sí, no es tan fácil de manejar como parece. “Es un instrumento que requiere muchas horas de práctica y que, una vez aprendas los toques para cada palo, va a requerir que los toques de forma muy ligera, para que la gente pueda bailar”. En todo caso, Raquel recomienda este entrañable instrumento. “Aunque acercarse a ella no sea tan facilón y gratificante al inicio, una vez que te entiendes con ella, sabes seguro que te va a traer nada más que alegrías”.
Fotos: Jordi Arques.