La naturaleza del bordado Mountmellick

En Europa, hay muchas regiones, incluso localidades, que tienen su propio bordado. Una valiosa herencia cultural que merece la pena cuidar y dar visibilidad. Ese es el caso del bordado de Mountmellick, en el condado irlandés de Laois y cuyas características principales son la diversidad de puntos con los que se elabora, los motivos inspirados en la naturaleza y sobre todo, por la monocromía.

El origen del bordado Mountmellick se remonta a principios del siglo XIX cuando, alrededor de 1825, Johanna Carter se lo empezó a enseñar a un grupo de quince mujeres y niñas. En ese momento, las materias primas que se utilizaban eran el hilo de algodón y el tejido ambos, de color blanco. El algodón era un tejido muy importante en la zona porque la localidad ya era conocida por su molienda de lino y algodón. En la década de 1970, la religiosa Teresa Margaret McCarthy, del Convento de la Presentación en Mountmellick, se enteró de la existencia del bordado y reunió ejemplos de la zona para estudiarlos. La monja aprendió de forma autodidacta y más tarde comenzó a enseñar a otras mujeres.

Los motivos elegidos para el bordado están inspirados en la flora de Irlanda.

Gracias a ello, muchas mujeres encontraron en el bordado una fuente de ingresos creando principalmente artículos de decoración para el hogar (tapetes, manteles, colchas, fundas para cepillos y peines…). El bordado se convirtió así en un ingreso importante para las familias durante los malos tiempos, sobre todo, durante la llegada de La Gran Hambruna Irlandesa (1845–1849), que además golpeó muy duramente a la ciudad de Mountmellick. Muchos de estos artículos se vendían en el puerto de Cobh, desde donde muchas personas se embarcaban hacia América.

Naturaleza silvestre

Los motivos elegidos por las bordadoras están inspirados principalmente por la naturaleza. Ellas plasmaban en la tela lo que veían en la flora tradicional de la campiña irlandesa: pasiflora, trébol, rosa canina, hojas de roble, fucsia, lúpulo, parra con uvas, bellotas, helechos, escaramujos, moras, granadas… Más tarde se incluyeron otros elementos como conchas, mariposas e insectos. En cuanto a las técnicas utilizadas, el bordado Mountmellick permite una mezcla de muchas puntadas tradicionales diferentes: punto tallo, ojal, relleno o satén, nudos franceses, lingotes, espiga, cadeneta, punto pluma, punto de coral… La idea era mezclar varios puntos, los anudados y almohadilladas con los lisos y planos, para crear diferentes texturas. 

Una de las principales características del bordado Mountmellick es que el hilo debe de ser del mismo color que la tela.

Los bordados primigenios tenían un estilo donde reinaba el caos, era como si alguien hubiera recogido un montón de flores y hojas y las hubiera arrojado sobre una tela y luego las hubiera cosido en el mismo lugar y postura donde cayeron, lo que les daba también un aspecto natural y romántico al diseño. Esa frescura se ha perdido y las bordadoras de hoy tienden a dar a los diseños un aspecto más arreglado y organizado. 

Si tradicionalmente se utilizó el tejido de algodón blanco (denominado satin jean) actualmente se puede utilizar cualquier tejido. En cuanto a los hilos, aún se pueden adquirir en Irlanda los hilos originales pero hoy en día, las expertas suelen utilizar el Pearl Cotton y el Cotton-a Brode según cómo se quiera dar al bordado más o menos volumen. Eso sí, el hilo para el bordado debe de ser igual que el color de la tela si no, no sería un auténtico bordado Mountmellick.